Capitulo XII: Dos Hermanos muy Divertidos

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Había pasado un mes entero desde que Harry había llegado a Ticklelands, y sin duda este fue el mejor mes de la vida del menor. Harry… ahora Harrison Cute Ticklish, disfrutaba con mucha felicidad este lugar que se había convertido en un verdadero hogar. Por ahora, la estaba disfrutando con los que consideraba sus hermanos, Risum Titillationem, Gargaláo y Cornamenta Ticklish.

Harry se alegró que el niño ahora usara su nuevo apellido, significaba que eran verdaderos hermanos.

Aun no podía creer la suerte que tenía, de tenerlos a los tres; le agradaba mucho Risum, era todo un hermano alegre, un semi fauno que le gustaba sonreír y los dulces. No le molestaba en lo más mínimo que sea parte carnero, es más, le agradaba mucho más.

Y ahora también tenía a Cornamenta, un niño que era exactamente como el menor, misma actitud tímida y de curiosidad enorme. Con el tiempo el niño se abrió con Harry, contándole más sobre su vida, al parecer su madre había muerto cuando era un bebe, y el niño fue criado por su estricto padre.

Su papá nunca había aceptado la actitud del niño, no le gustaba que el niño amara con pasión la música, según este no era cosas de hombres. Quería que el niño fuera un hombre de montaña como el, un tipo de cazador. A Cornamenta no le agradaba matar a las demás criaturas por sus pieles, lo consideraba horrible.

Revelo que su padre mismo cuando lo vio, lo trato como una abominación del diablo, y hasta trato de cazarlo como si fuera un simple animal, y durante su huida el niño lo había tacleado y clavo sus astas en sus ojos. Aun tenia algunas pesadillas, por suerte que te hagan cosquillas todas las noches ayudaba mucho a tranquilizarse y no pensar en ello.

Luego estaba el hermanito menor del grupo, Gargaláo, el centauro que resulta que tenía solo siete años. El niño potro les comenzó a contar cosas de su vida, sus padres murieron durante una fuerte tormenta de magia que acabo con la isla donde se refugiaban, así que los ancianos fueron los encargados de cuidarlo y criarlo.

Pero Gargaláo no era como los demás centauros, él era demasiado curioso para el gusto de los centauros. Se supone que lo único que les importaba a los centauros eran las estrellas y la naturaleza, pero Gargaláo era diferente, le interesaba las artes, la artesanía y la música. Además, le parecía lindo ver a los humanos construyendo cosas.

Les conto como sobre los ancianos a veces lo castigaban negándole comida u obligándolo a cabalgar por senderos muy empinados. Cuando se enteraron de su pequeña colección de objetos humanos, le dieron ese ultimátum, irse a las montañas con los ancianos más estrictos para purificarse y respectar las tradiciones, o irse de la manada y nunca volver.

El niño centauro odiaba como lo trataba la manada, así que se marchó sin mirar atrás, aunque se sentía aún muy dolido, ahora con ellos tenía una nueva manada.

 Harry Potter, El Reino Mágico de TicklelandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora