CAPÍTULO IX. Otra película.

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Una semana.

Transcurrió una semana donde el deseo cada vez les consumía más, viéndose frustrados al no tener la suficiente privacidad en sus casas. Cuando pasaban sus tardes en la vivienda de los Styles, Gemma siempre parecía estar merodeando por el lugar, interrumpiendo sus sesiones de besos.

Louis terminaba sonriéndole y haciéndole hueco en el salón de la casa, pues no era nadie para poner normas en una casa que no era la suya.

Los días que estuvieron en casa de los Tomlinson, Liam era un completo demente de la protección, paseando de forma "disimulada" por el salón cada cinco minutos. Harry no se atrevía a decirle a Louis que se lo llevase lejos, teniendo que tapar su entrepierna de manera vergonzosa.

En la universidad no debían hacer nada más que compartir besos más suaves, sabiendo que no era el lugar indicado para subir el tono de sus caricias.

Louis estaba muuuy frustrado.

Vecinito:
Louuu
¿Te apetece venir a mi casa?
Me han puesto una tele en la habitación.

La sonrisa que creció en los finos labios de Louis se desvaneció en cuanto recordó que -lo tenía claro- les interrumpirían en algún momento. Durante esa semana, estuvo a punto de romper el trato establecido con Harry, comenzando a creer que nunca llegarían a nada más que unos besos.

¡No tenían privacidad!

Ya no tenemos quince años. Un poco de libertad, por favor.

Louis:
Estoy estudiando, lo siento.

Vecinito:
Está bien, no te preocupes.

Louis dejó el móvil a un lado de su escritorio y volvió a posar sus ojos sobre el libro, sintiéndose repentinamente mal. Comenzó a dar toquecitos nerviosos sobre la mesa, mirando de nuevo el teléfono y se puso en pie.

No hagas lo que no te gustaría que te hiciesen.

A demás, a Matteo no le gustaba que estudiase tanto. No quiero enfadar a Harry por lo mismo...

Con esos pensamientos en mente, cambió su pijama por algo más decente con lo que presentarse en su casa vecina y salió a la calle. Estaba de suerte al no ser interrogado por su hermano, el cual había adoptado una faceta protectora bastante molesta en algunas ocasiones.

"No quiero que vuelvas a pasar por lo mismo que con Matteo" le decía Liam, pareciendo preocupado.

Louis no sabía cómo explicarle que había aprendido la lección y que, si en algún momento volviese a vivir algo así, huiría. Aunque tampoco era como si fuese a formalizar lo que tenía con Harry.

No había nada de lo que preocuparse.

Lo tengo todo controlado.

Una vez subió los escalones de su casa vecina, pulsó el timbre con algo de nervios: no sabía con quien se encontraría por mucho que Harry le hubiese dicho que los sábados también trabajaban sus padres.

Finalmente, la puerta fue abierta por Gemma.

—Hey, Louis —sonrió, desplazándose a un lado para dejarle entrar—. Harry está arriba, creo que durmiendo.

—Ahora voy a buscarle —aseguró, queriendo ser educado con Gemma antes de nada—. ¿Qué tal estás?

Ella se encogió de hombros.

—Supongo que bien.

—¿Supones? —alzó una ceja.

—Es que aún no tengo amigas, Louis —aclaró ella, encaminandose hacia el sofá. El mencionado la siguió—. Todas las chicas son un poco bordes conmigo, son grupos cerrados.

LAS VOCES QUE ME MIENTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora