CAPÍTULO XX. Lo que nunca te dije.

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Harry no podía soportarlo más, necesitaba sacar de su pecho aquello que llevaba callando tantos meses. El momento de abrir su corazón había llegado, tan solo debía esperar un buen momento para confesarse.

Estaba dispuesto a recibir cualquier tipo de respuesta, aunque esta fuese un rechazo. No podía más, simplemente era matador no expulsar sus sentimientos.

Tan solo espero no perder a Louis.

Era treinta y uno de diciembre, por lo que pasarían todo el día en la casita que Zayn tenía en su pueblo. Buscaría algún momento a solas con Louis, tal vez a la hora de dormir, cuando se encerrasen en la habitación.

Aunque tampoco sabía que decir, no tenía nada planeado.

Había pensado algo como: "Louis, necesito que sepas que estoy enamorado de ti. Sé que es muy repentino, pero si no te lo decía acabaría haciéndome más daño. No quiero fastidiar lo que tenemos, pero entenderé cualquier cosa que decidas hacer".

De todas formas, algo así no debería ser organizado con antelación. Seguramente cuando Harry esté cara a cara con Louis para decirle todo, lo hará de forma torpe e inentendible.

Mierda, estoy cagado de los nervios.

¿Por qué le era tan difícil? Harry abrió su corazón en el pasado a un par de chicas que le gustaban, no debería ser tan diferente. Bueno, no sería tan diferente si hubiese estado enamorado de ellas. Esas chicas tan solo fueron un tonto romance adolescente.

Esa fuerte sensación de amor, la sintió por primera vez con Louis el día que se besaron en la cancha de básquet, permitiendo que creciese cada vez más en su pecho hasta que se apoderó de él. Harry permitió que las pulsaciones de su corazón se acelerasen cada vez que tocaba la piel de Louis. Permitió que sus sonrisas le enloqueciesen. Y permitió que pudiese hacerle daño sin que este fuese consciente de ello.

"Hay un chico que me gusta mucho".

Por alguna razón, se sentía identificado con ese misterioso chico. Necesitaba creer que hablaba de él.

Abrió su mochila para comenzar a preparar las cosas, Niall no tardaría en llegar con el coche, por lo que no quería hacer esperar a nadie. Esa mañana fue la primera que despertó sin Louis, pues este tuvo una cena familiar y sus primos pequeños rogaron por tenerle a su lado durante la noche.

No necesitaba demasiadas cosas que meter en el equipaje, con un pijama y ropa de recambio le bastaba. Puso también su cepillo de dientes y su pasta dental, y miró a su alrededor, llegando hasta la mesita de noche. Necesitaba preservativos.

Sabía que tener sexo en casas ajenas era de mal gusto, pero esa noche era especial. Esa noche se emborracharían, se besarían y se dejarían llevar.

Sería su noche.

Miró la hora en su reloj una última vez, pensando que sería buena idea comenzar a bajar hacia la puerta principal. Se despidió de sus padres y hermana, felicitándoles el año nuevo antes de salir a la calle.

Allí se encontró con la dulce figura de su vecino, el cual se ajustaba un poco mejor el gorro sobre la cabeza. Hicieron contacto visual a los pocos segundos y se encaminaron hasta quedar uno frente al otro. Sin mediar palabra Louis abrazó su cintura con cariño, siendo besando en su frente.

—¿Me has echado de menos? —cuestionó Harry.

—... Un poquito —admitió.

Louis apoyó su barbilla en el pecho contario, poniendo morritos al desear que le besase. Harry ladeó una sonrisa antes de estampar sus labios contra los contarios, no pensaba hacerse rogar.

LAS VOCES QUE ME MIENTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora