CAPÍTULO XXVIII. Batalla perdida.

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Habían transcurrido tres días desde que Harry recibió un último mensaje por parte de Louis, provocándole un gran vacío en lo más profundo de su pecho. Se sentía miserable, alguien que no merecía ser perdonado aunque se arrodillase en busca de piedad.

La tarde que escribió esa carta, no tuvo tiempo a pensar algo que Louis pudiese reconocer sin llamar la atención de Matteo. Su mente estuvo paralizada, en blanco mientras trataba no llorar delante de ese imbécil que presionaba la navaja contra sus costillas.

¿Qué debió hacer? Estaba entre la espada y la pared, sabiendo que, si intentaba defenderse, acabaría hospitalizado... o muerto. Nunca imaginó que Matteo fuese capaz de hacer tal cosa, sin embargo, tampoco le conocía lo suficiente como para suponer que no era tan ruin.

Que equivocado estaba...

Tres días atrás, también recibió un último mensaje por parte de Zayn, el cual le hizo saber que Louis estaba despierto. Harry quiso salir de su entrenamiento en ese mismo instante, subirse a la moto, y presentarse en la habitación de su... de Louis. De hecho, salió de su casa, pero cuando se puso el casco, recibió un segundo mensaje: "Espero no verte la cara de nuevo, Harry. Eres escoria".

En ese momento, comprendió que todo lo bueno de su vida, desapareció un con una lacerante facilidad.

Esa mañana, Harry terminó de fumar su cigarro de las ocho en punto, teniendo mucho más frio al no sentir los brazos de Louis rodeándole con fuerza. Echaba de menos agachar su cabeza y oler la vainilla que desprendía su cabello, como metía sus manos frías por debajo de sus sudaderas, como enroscaba sus delgados dedos en sus largos rizos...

Colocó el cigarro entre sus carnosos labios, aspiró una última vez y lo lanzó al suelo. Estaba completamente solo. Zayn le evitaba y, cada vez que se cruzaba con Niall por las mañanas, se ganaba una mirada llena de desprecio.

¿Se habrá dado cuenta?

Louis era alguien muuuy inteligente, sin embargo, las esperanzas de que el mensaje oculto hubiese sido descubierto, cada vez desaparecían con mayor facilidad. No sabía cómo solucionar el enredo, temiendo que, por un acto de valentía, Louis acabase más herido.

—Eres un hijo de puta —mascullaron a sus espaldas.

Harry frunció su ceño, dándose la vuelta para descubrir de quien se trataba. Cuando el rostro de Niall apareció a unos pocos centímetros del suyo, dejó de lado la idea de defenderse. Comprendía el insulto y comprendía el cabreo de lo que un día consideró como su amigo.

—Si no he venido a buscarte antes, ha sido porque Louis me pidió que te dejase en paz —continuó Niall, cerrando su puño alrededor del cuello de la sudadera de Harry—. Eres un maldito cobarde de mierda. No te mereces ni una pizca de todo lo que Louis ha hecho por ti. ¿Así es como pretendes solucionar que te haya ayudado con tus putos problemas?

La gente que paseaba a su alrededor, detuvo su caminata para presenciar el conflicto. Harry cerró sus dedos alrededor de la muñeca de Niall para evitar que estirase con más fuerza de su prenda.

—Yo... —tragó saliva, viendo de reojo como Matteo parecía satisfecho con la situación—. No te metas en esto.

—Me meto cuando veo que por tu culpa Louis lleva tres días sin poder dormir.

Harry parpadeó rápidamente cuando sintió que sus ojos se aguaban. Imaginar como la persona a la que amaba estaba sufriendo por su culpa era una tortura.

Volvió a mirar a su alrededor, está vez sin encontrar a Matteo. Su corazón se aceleró, agarró la muñeca de Niall con más fuerza, y le dio un fuerte estirón hasta girar la esquina en la que estaban parados.

LAS VOCES QUE ME MIENTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora