CAPÍTULO XIX / II. Feliz cumpleaños.

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Louis estuvo acariciando a Garfield desde que su familia se fue de casa para celebrar la nochebuena con sus tíos. Otros años, hubiese acudido con la misma emoción de siempre, deseando ver a sus primos pequeños.

Pero ese año, era diferente.

Así como Harry le prometió, el timbre de su casa sonó a las 23:30 p.m., provocando que su corazón se acelerase. Se alzó del sofá en tiempo record y abrió la puerta con fuerza, encontrándose con la amplia sonrisa de su vecino.

—Feliz cumpleaños —dijo este, extendiendo el ramo de tulipanes hacia Louis.

Louis dio dos pasos hacia atrás, negando con la cabeza. No se lo podía creer, realmente estaba alucinando con esa grata sorpresa. Estuvo toda la tarde creyendo que Harry no le quiso comprar ningún regalo y ahora...

—¡Gracias! —Exclamó emocionado, sosteniendo las flores con cuidado—. Son mis favoritas.

—Lo sé —comentó con orgullo.

—¿Cómo lo sabes? Nunca te lo he dicho. —Se hizo a un lado, dejándole pasar a su casa.

—Zayn me lo ha dicho —caminó en dirección al sofá, dejando a la vista la bolsa que estuvo escondiendo tras su espalda con los discos del grupo musical.

Louis le persiguió, como un perrito faldero.

—... ¿Con Zee? —Vio como Harry asentía—. Pero... ¿cuándo has quedado o hablado con él? No te he visto, tampoco...

—¿Recuerdas lo que te dije esta mañana? Lo de que tenía que hacer cosas en casa—. Louis alzo una de sus cejas, agitando su cabeza—. Pues te mentí. Estuve toda la tarde con Zayn en el centro comercial.

—Pero...

—Me dijiste muy tarde cuando era tu cumple, vecinito —utilizó como excusa, sabiendo que también tendría que haberse interesando antes en saberlo—. Necesitaba pensar un buen regalo para ti, algo que te encantase. Zayn era mi mejor opción, tan solo tuve de mandarle un mensaje para que me dijese todo lo que podía regalarte.

Louis parpadeó rápidamente, tratando de evitar que las lágrimas se deslizasen por sus mejillas. Estaba realmente feliz de escuchar sus palabras, todavía teniendo el ramo de tulipanes abrazado contra su pecho.

—Yo... —sorbió su nariz—. No era necesaria tanta molestia.

—No es molestia —aseguró, inclinándose un poco más, queriendo alcanzar los labios de Louis.

Sin embargo, este pareció recordar la bolsa de papel donde se resguardaba su otro regalo, haciéndole la cobra a Harry. El mayor se quedó con una expresión bastante tonta, pero no le importó demasiado. Habría más momentos para besarle.

—Esto también es para mí, ¿cierto? —cuestionó antes de meter la pata.

—Claro. Ábrelo.

Junto a una gigantesca mueca de felicidad en su rostro, Louis sacó los tres regalos, abriéndolos tan rápido como sus manos se lo permitieron. Harry mordió su labio inferior con nervios cuando vio que su vecino se quedó paralizado, admirando los álbumes como si tuviese el mayor tesoro ante sus azules ojos.

—Eres el mejor, Harry —dijo finalmente, abalanzándose a sus brazos después de dejar las flores encima de la mesita central, y besó su rostro ruidosamente.

Te quiero, te quiero, te quiero.

Harry se carcajeó y le abrazó con fuerza, viéndose atrapado entre su delgado cuerpo y el sofá.

—Sabía que te gustaría.

Entonces, habiéndolo pasado por alto desde que volvieron a verse, Louis se lanzó a sus labios. Ni siquiera prestaron mucha atención a como los minutos iban pasando, estando totalmente absortos en disfrutarse con cariño. Por eso mismo, cuando llamaron al timbre, Louis se sobresaltó.

LAS VOCES QUE ME MIENTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora