CAPÍTULO XVII. ¿Relación formal?

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Las espesas nubes que cubrían el cielo, impedían una buena iluminación en la habitación de Harry. Sin embargo, eso no era ningún impedimento para que sus manos recorriesen la piel de Louis, metiéndose por debajo de la sudadera prestada a la hora de dormir.

Durmieron durante largas diez horas, tan solo despertando cuando la necesidad de hacer algo invadió a Harry.

Louis trataba de no perder la cordura, moviendo su trasero hacia atrás para ayudar a su vecino con la fricción. Estaba totalmente atrapado entre sus brazos, su cuerpo tumbado de lado al haber dormido así durante gran parte de la noche.

—No hagas ruido —jadeó Harry.

Mordió su labio inferior de inmediato, deseando tener alguna de sus manos en libertad para sellar su boca de manera más efectiva.

Los traviesos dedos que acariciaban sus caderas, descendieron hasta su endurecido miembro, torturándole de la manera más placentera posible. No sabía en qué momento ocurrió, pero sus pantalones estaban bajados a la altura de sus rodillas, al igual que los de Harry los cuales no podía ver. Aunque se lo podía imaginar, ya que no sentía la tela de la ropa interior rozándole allí.

—No, no... —gimoteó Louis, echando su cabeza hacia atrás cuando la mano de su vecino comenzó a estimularle al compás de sus falsas penetraciones—. Nos van a escuchar, para.

—Sobre todo si no te callas, Lou.

El gozo de la situación se amplificó en el momento que Harry aceleró los movimientos de su mano, haciendo que Louis comenzase a pegar más sus nalgas en la erección.

No pares, no pares, no pares.

—Para —rogó en cuanto escuchó unos pasos provenir del pasillo—. Para, para, para.

—... No puedo parar —respondió, siendo totalmente ajeno al motivo de su repentina preocupación.

Fue cuando la puerta se abrió de golpe, que Harry detuvo todos sus movimientos. Vio como el menor se hacía un ovillo y escondía su rostro entre las colchas de la cama, dejando así ante su vista la paralizada figura de Gemma.

—Yo... —musitó la adolescente, sin ser capaz de apartar la mirada de su hermano mayor—. Liam me ha mandado un mensaje, quiere que Louis vuelva a casa.

—Dile que en diez minutos estoy —habló, aún escondido.

Gemma cerró la puerta con lentitud, pareciendo estar en un shock bastante cómico si no fuese por culpa de los dos jóvenes. La erección de Harry aún se presionaba sobre su trasero, sin embargo, ninguno pareció querer continuar con su pequeña diversión matutina.

¡Una pala! ¡Que alguien me traiga una maldita pala!

Louis terminó reincorporándose, subiéndose los pantalones y sentándose en el borde de la cama. Harry hizo lo mismo en silencio, dejando un beso en la mejilla del menor cuando le vio totalmente colorado.

—Ups... —dijo el rizado, queriendo besar sus labios.

—Hola —sonrió avergonzado, ladeando un poco mejor su cabeza. Presionó su boca contra la de Harry y compartieron un suave beso—. Me quiero morir de la vergüenza.

—Gemma sabe guardar secretos, no te preocupes.

—Eso es lo que menos me preocupa —expresó, alzándose de la cama. Se encaminó hasta la silla del escritorio haciéndose con su ropa mientras Harry le perseguía con la mirada—. Pobrecita. ¿Has visto lo blanca que se ha quedado?

—Bueno, estábamos durmiendo juntos. Podría haberse lo imaginado. Ella ya sabe que pueden pasar estas cosas, debería aprender a llamar a las puertas.

LAS VOCES QUE ME MIENTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora