CAPÍTULO XII. Noche mágica.

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Todo estaba en completo silencio a excepción de los calmados latidos que el corazón de Harry le brindaba al chico que le gustaba, estando ambos despiertos pero sin mencionar ni una sola palabra.

Louis se acurrucó un poco mejor sobre el cuerpo de su vecino, cerrando los ojos al percibir con mayor claridad la paz que inundó a Harry desde que se abrazaron con fuerza. Las caricias que dejaba sobre su cuero cabelludo ralentizaban su respiración de manera apacible.

Realmente estaba siendo un buen momento.

—¿Cómo te sientes? —murmuró Louis.

La ansiedad sigue en mi pecho.

—Mejor.

Harry respiró profundamente cuando sintió la suavidad de un beso posarse en su barbilla, continuando un camino imaginario por su mandibula hasta detenerse en su moflete derecho. Sus brazos rodearon con más fuerza a Louis, rogando en silencio que no se detuviese, pues le estaba gustando.

Louis terminó besando sus labios con cuidado, teniendo en cuenta que no era el momento de propasarse.

Sin embargo, el rizado pareció necesitar un poco más, atreviéndose a posar una de sus manos sobre la nuca de Louis para atraerle hacia sus labios de nuevo. Se besaron otra vez, haciendo sonreír a Louis cuando repasó con su lengua el labio inferior de este, queriendo adentrase.

Le dio el acceso a ello, comiéndose la boca.

Harry aflojó el fuerte agarre de su cintura para poder recorrer su espalda con hambruna, soltando un suave jadeo el sentir los dedos de Louis hundiéndose entre sus rizos.

—Chicos, traigo la...

Louis soltó un pequeño chillido por el susto, cubriéndose la boca de inmediato cuando hizo contacto visual con Dante. En ese momento le hubiese encantado tener algún tipo de poder como la invisibilidad, queriendo desaparecer para siempre ante tal bochorno.

Harry, sin embargo, chasqueó su lengua, arropando de nuevo al menor entre sus brazos.

—Papá... ¿podrías tocar a la puerta para la próxima?

Dante parpadeó.

—Acabáoslo todo.

En cuanto se quedaron solos de nuevo, Harry no pudo evitar soltar una gran carcajada. La situación había sido bastante incomoda, pero ver como Louis se quedó completamente mudo y paralizado fue muuuy gracioso.

Al menos para él.

—¿De qué te ríes? —cuestionó Louis, intentando alejarse de su vecino. Harry se lo impidió posando las manos en sus caderas mientras cesaba sus carcajadas—. No es gracioso, tu padre casi nos pilla haciendo algo más. ¿Cómo pretendes que yo le vea a la cara sin querer que me atropelle un coche? No, no. Esto es vergonz...

Fue silenciado con otro beso. Uno cortito.

—No tenemos quince años —Le interrumpió, sentándose sobre el colchón y haciendo que el cuerpo del chico que le gustaba quedase sobre su regazo—. Si hubiesen pillado así a Gemma, se había molestado. Pero, ¿nosotros?

—Da igual, es vergonzoso.

—¿Nunca te han pillado haciendo cochinadas?

—¡Por supuesto que no! Yo soy cuidadoso...

Harry sonrió de nuevo, encogiéndose de hombros antes de extender su mano para hacerse con la bandeja.

—Bueno, no importa. No podemos modificar el pasado. —Louis alzó una ceja, haciéndose con la tostada de tomate que le ofreció Harry—. Pero... si podemos fingir que mi padre no te ha visto besando a su hijo.

LAS VOCES QUE ME MIENTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora