8 | Noches

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Cuando entré, Lorena ya me estaba esperando para recordarme lo tarde que había llegado.

—Buenas noches. Llegaste un poco tarde.

—Yo lo entretuve —exclamó Karina—. Hay cosas más importantes que el trabajo, Lorena.

¿No sé le pudo ocurrir otra cosa?

—Espero lo hayas disfrutado.

—Muchísimo. Marcís es todo un experto.

—No me interesaba saberlo, pero bueno.

Yo no había dicho ni una sola palabra desde que habíamos llegado.

—¿Y tú no piensas hablar? —dijo Lorena.

—Estaba escuchando cómo me exhibían. Gracias, Kari.

—De nada —me lanzó un beso.

—Lamento interrumpir su momento romántico, pero es hora de que te vistas. ¡Tu show está a punto de empezar!

—Bueno... —exclamé con tristeza.

Lorena fue la primera en entrar. Karina y yo la seguimos.

—¿Por qué dijiste eso? —musité.

—Quizá porque quiero comprobarlo —dijo entre dientes.

—No escuché. Habla más alto.

—Es mejor que no escuches. Aunque... mejor no digo nada.

—¡Dilo! ¡Dilo! ¡Dilo!

—Ay Dios. Mejor entra que es hora de tu show.

—¡No me voy a mover hasta que me digas!

—Es muy vergonzoso... más tarde te digo.

Después de eso, nuestra conversación terminó. Era mi momento de brillar en el escenario y deslumbrar a Karina.

Me dirigí hacia el camerino. Probablemente Lorena me iba a matar porque ya tenía veinte minutos de tardanza.

—¿Puedo acompañarte?

¿Y qué querías hacer allá?

—Estaré desnudo.

—¿Y qué tiene?

—Karina... ¿qué te está pasando?

—Ups, ¿Dije eso en voz alta?

—Creo que sí...

—No quise decir eso, perdóname —parecía un tomate de lo roja que se puso.

—Oye... me encantaría seguir hablando contigo, pero tengo que trabajar. Creo que estoy haciendo esperar al público.

—Iré a tomar asiento. Necesito tener las primeras filas.

Entré al camerino apresuradamente. Karina me entretuvo demasiado. Hoy sí que iban a tener que esperar mucho a la superestrella.

Todavía no había visto mi traje. Bajé la mirada, y lo vi. Era el más sexy que había usado. Un pequeño boxer azul, un sombrero del mismo tono y... unas botas negras. ¿Un policía? Eso parecía.

Cuando terminé de cambiarme, comenzaron a gritar mi nombre, y salí. El show de hoy tuvo una duración de treinta minutos, que me parecieron una eternidad. Con Karina ahí me daba muchísima más vergüenza bailar.

Al terminar volví a mi camerino para ponerme mi ropa normal. Cuando salí, Karina estaba esperándome.

—¡Lo hiciste genial! ¡Bailas súper bien! Esos movimientos hicieron que me calentara.

Bajo las Luces del Club: Luces 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora