16 | Nos vemos, Karina

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Había ido a visitar a Xavier. Él había salido de su coma y se veía bastante bien, pero no me perdonó. Fui a ese hospital con la intención de que lo hiciera, pero no fue así. Me odia y lo peor es que tiene la razón en hacerlo.

Acababa de despertar, tomé mi móvil y entré al chat de mi novia. Ya había un mensaje esperando mi respuesta y fue enviado a las seis de la mañana.

Sí que se levanta temprano —pensé.

Karina: Mar, mis padres tienen una fiesta de Navidad hoy en la noche. ¿Quieres ir conmigo?

Respondí tres horas después:

Marcís: Hola, amor. ¿Cuándo será?

Ella contestó rápido:

Karina: Es una fiesta de Navidad, amor. ¿Qué día es hoy? Así es, 24 de diciembre.

Marcís: Creo que estoy en las nubes. No sabía que hoy era Navidad.

Marcís: ¿Por qué no me lo dijiste antes? No tengo ropa para eso. De seguro es una de esas fiestas elegantísimas.

Karina: No te lo dije porque mi papá se acordó ayer porque su amigo llamó para pedir confirmación. Por la ropa no te preocupes, te compraré un traje. Te verás muy sexy. ¿De qué color te gustaría? El dress code es blanco, negro y rojo.

Marcís: Creo que me gustaría negro.

Karina: Perfecto.

Marcís: Escógelo tú. Confió en tu gusto.

Karina: Nos vemos a las seis en mi casa, ¿vale?

Había acabado de llegar a casa de Karina. Ella me recibió con un beso en los labios. Luego entramos, fue a su habitación y volvió con el traje que iba a usar. Me sorprendí al ver la etiqueta que tenía: Gucci. Karina acababa de regalarme un traje muy costoso. ¿Era buena idea aceptarlo? No.

—No puedo aceptarlo, amor. Es muy costoso.

—Nadie te preguntó si lo aceptaras o no. Ya no tenemos tiempo de ir por otro.

—Lo usaré hoy y lo devuelvo a la tienda.

—No, Mar. Es un regalo —rio—. Los regalos no se devuelven.

—Ya te dije...

—Ay, bueno —exclamó con un tono de rabia—. Ve y pruébatelo. Luego miras qué haces con él.

Lo hice. Fui al baño, comencé a quitarme la ropa y me la cambié por el traje. Era hermoso. Su tela era muy suave. Me quedó perfecto.

Al estar con el puesto, salí para mostrárselo a mi novia.

Ella no estaba en el lugar en el que la había dejado. Mi campo de visión no pudo verla. Solo escuché su voz.

—Te ves hermoso. Ese culo se te ve más grande —dijo riendo—. Amor, lamento que te lo tengas que quedar.

Al salir esas palabras de su boca, sentí la etiqueta cayendo al suelo. Mi novia la acababa de cortar. Cuando dijo eso no entendí, pero al realizar esa acción comprendí a lo que se refería con «lamento que te lo tengas que quedar».

—Karina Russo. ¿Qué hiciste?

—Evitar que lo devuelvas. Es tuyo. Yo te lo quería dar porque te lo mereces. Nadie me obligó a hacerlo, amor. No te enojes.

—Debiste res...

Ella me interrumpió tomando mi cuello y acercando sus labios a los míos. Con esos rosados labios nadie puede enojarse. Es completamente imposible hacerlo. Ella sabe cómo callarme sin hacerme enojar.

Bajo las Luces del Club: Luces 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora