Bajo las Luces del Club: Luces 1 ©

12 | Acuario

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Nota: Este capítulo tiene contenido sobre el consumo de drogas y la sobredosis (no se planea ofender)

Entramos e inmediatamente fuimos a comprar los tickets para entrar.

—Buenas tardes. Dos tickets, por favor.

—Perfecto. Serían quince dólares.

Luego entramos y comenzamos a ver acuarios gigantescos con muchísimas especies de peces como cirujanos, globos, bailarinas. Todos con diferentes colores y tamaños.

Cuando llegamos al acuario de los tiburones, Karina dijo:

—¿Qué pasaría si rompiera ese vidrio y nos asesinara a todos, Mar? —dijo con miedo.

—No creo que eso sea posible, miedosita.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? Todo puede pasar.

—No lo sé. Solo lo sé.

—Creo que es mejor irnos de este espacio. Me dan miedo los tiburones desde que vi Terror en lo profundo a los siete años —contó.

—¿Y para qué viste eso si te daba miedo?

—Porque… ehh, fue accidental. Mi papá la estaba viendo y yo llegué en una escena extremadamente sangrienta. Eso me generó un trauma que no he podido borrar.

—¿Sabes que eso es mentira, Kari?
—exclamé mientras la tomaba del brazo y la alejaba de ahí.

Quería que su experiencia fuera agradable. No una tortura.

—¿Cuál es tu pez favorito?
—pregunté.

—Las bailarinas me encantan. ¿Y a ti?

—Los Nemo porque me encanta Buscando a Nemo.

—¿Los Nemo? Eso no existe. La especie de Nemo es pez payaso, ¿no sabías?

—No tenía idea, para ser honesto.

—Me alegra enseñarte cosas nuevas. Te hice un poco más inteligente. Acabas de conocer una ventaja de salir conmigo.

Definitivamente quiero que me enseñes todo lo que sabes, Karina.

—Espero aprender muchísimas más cosas contigo, profe —hice una risa nerviosa— ¿Te gustaría enseñarme?

Ella asintió.

Seguimos caminando por todos los hábitats de los peces hasta llegar a las famosísimas bailarinas.

—¡Mira! —señalé con mi dedo— Son las bailarinas.

—Qué lindas son, ¿verdad?

—Igual de hermosas que tú, amor.

—¿Amor? ¿Qué dices? ¿Estás loco? No entiendo na… nada.

—Creo que ese será el apodo que usarás conmigo el resto de tu vida, amor.

—Sigo sin entender nada, Mar.