11 | Visitas de hospital

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Me levanté a las doce de la noche para ir por un vaso de agua. Para mi sorpresa, me encontré a Karina acostada en el sillón, y decidí preguntar:

—Hola, ¿qué haces despierta a esta hora?

Ella dio un brinco. Creo que la asusté.

—¿Me quieres matar de un susto o qué? —dijo con una voz todavía temblorosa.

—Perdón. No fue mi intención
—exclamé mientras cogía un vaso y le ponía agua helada—. Y ¿no vas a responder a mi pregunta?

—Estoy leyendo, como cada noche.

—Oh, ¿qué libro estás leyendo? —le di un sorbo a mi vaso de agua.

—La revelación.

—No suena muy apropiado para tu edad, pequeña. ¿De qué trata?

—De gente que tiene sexo sin parar
—su rostro comenzó a ponerse rojo.

Al escuchar esas palabras, escupí el agua que tenía en mi boca.

—Ya veo... súper infantil.

—Mentiras, Mar. También trata sobre vampiros, pero obviamente tiene sexo.

—Ya no me preocupa tanto.

Ella se rio.

—¿Lees mucho, Kari? —pregunté.

—Demasiado, diría yo. Puedo terminar un libro en tres días. Este lo empecé ayer y ya me faltan cien páginas.

—Eso es bueno. Así aprendes sobre reproducción humana.

—Exacto. Para eso leo —bromeó.

—Bueno, Kari. Disfruta tu lectura. Me encantaría quedarme contigo otro rato, pero como puedes ver, me estoy durmiendo.

—No te preocupes. Ahorita nos vemos para ir a visitar a Xavier.

—¿Ahorita? ¿Estás loca? ¿Quieres decir mañana?

—Para tu información, ya es miércoles. Mañana sería jueves. Nos vemos en siete horas, lindo.

—Ay, sí es cierto ¡Genia!

—Veo que por la noche sí pones apodos bonitos.

—Solo te lo ganaste. No te ilusiones mucho.

—Bueno...

—Adiós, genia —le lancé un beso.

Di media vuelta y volví a la habitación. Allí me acosté y en menos de diez minutos ya estaba durmiendo otra vez.

Me levanté e inmediatamente fui a despertar a Karina.

—Buenos días, princesita.

Ella solo se tocó su bello rostro y siguió durmiendo como si nada.

—Pensé que ibas a despertar con un apodo bonito, pero veo que no. Tendré que ponerte uno feo y creo que tengo el perfecto ¿Qué tal... señora perezas?

Ni siquiera se inmutó que estaba ahí. La bella durmiente no iba a despertar por las buenas.

—Veo que no funcionaron mis métodos buenos ¿Recurrimos a los malos?

Al no obtener respuesta, lo tomé como un “sí, Marcís”. Me subí a su cama y comencé a hacerle cosquillas. Claramente funcionó.

—¡¿Estás loco?! ¡Casi me matas de un susto! —gritó.

—Perdón, pero es que prometiste que me ibas a acompañar a ver a Xavier.

—Ah, sí es cierto. Lo que me pasa por leer hasta la una de la mañana.

Bajo las Luces del Club: Luces 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora