7 | Sinceridad

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—¡Que mierda!

Fueron mis primeras palabras al ver que estaba completamente desnudo.

—¡Me asustaste! —musitó Xavier medio dormido— ¿Que pasó?

—¡No llevo ropa! ¡Tengo todo al aire!

—Ah sí, gracias por la increíble follada.

—¿Follada? ¿Follamos?

—Es que ibas algo borracho. Tu empezaste, para que no digas que te viole.

—¡MIERDA! ¡ESTOY MAL DE LA CABEZA! ¡ME HUBIERAS DICHO QUE NO!

—Lo intenté, pero es que... bueno... me puse muy cachondo —claramente estaba mintiendo.

—¿QUÉ DIABLOS LE DIRÉ A KARINA?

—Nada —él conservaba la calma. Yo no.

—¡¿CÓMO NO LE VOY A DECIR NADA!?

—Primero, te me calmas. Segundo, no son nada...

—Pues sí, tienes razón. Aunque me gusta un poco —ya me estaba comenzando a calmar.

—Definitivamente sí es poco, un diez por ciento. Porque si te gustara tanto... ya sabes. No me habrías follado.

—Fue un error.

—Lo sé. Soy el error de todo el mundo, hasta de mis pa...

—No quise decir eso.

—¿Me dejas terminar?

—Sí.

—Hasta de mis padres, porque según ellos les di dos vergüenzas. Ser hombre y gay. Todos en ese maldito pueblo me discriminaban. Cada vez que un chico me gustaba me sacaban en la cara lo de que era trans. Soy un maldito error. ¿Por qué mierda tuve que nacer? ¿Es tan normal enamorarse y que todo el mundo te trate como si fueras un maldito enfermo?

—Perdóname, Xav.

—Perdóname tú a mí, por creer que esta vez todo sería diferente. Ya sé que nadie me amará nunca.

—No digas eso.

—Es la verdad. Nadie me tomará en serio, soy un simple juguete —las lágrimas comenzaban a caer por su rostro.

—No llores, por favor.

—Creo que es mejor que me dejes solo, por favor.

—Si es lo que quieres. Lo haré.

Salí rápidamente de su casa y le envié un mensaje a Karina para ir a desayunar con ella. Tenía que contarle lo que había pasado. Comencé a escribir.

Marcís: ¡Hola Karina! Me encantaría invitarte a desayunar. Tengo que decirte algo muy importante.

Karina: Hola, claro que sí. ¿Vamos a un restaurante que conozco? Te envío la dirección.

Marcís: Que no sea muy costoso, por favor. ¿Sí?

Karina: ¿Te parece bien Starbucks? No es muy caro.

Marcís: ¿En cuál?

Ella envió la dirección.

Marcís: Nos vemos allá.

Yo estaba parado en la puerta de la salida del edificio. Al recibir nuestro sitio de encuentro, tomé un taxi y me fui.

—A esta dirección, por favor —exclamé mostrando la dirección.

Bajo las Luces del Club: Luces 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora