24 | Mantarrayas (+18)

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—Buenos días, pequeño —murmuró mi novia en mi oído.

—Hola, Leona. ¿Cómo amaneciste? —hice una pequeña sonrisa, todavía con los ojos cerrados.

—¿Que vamos a pedir de desayuno? —preguntó ella, acariciando mi cabello.

Este era nuestro primer día en Colombia porque ayer llegamos prácticamente a dormir. Hace meses Karina, me había prometido traerme para poder nadar con las mantarrayas y lo había cumplido.

Cómo estábamos en San Andrés que era un lugar costero, no tenía muchas opciones para mí desayuno porque la mayoría de su gastronomía era lo que yo más odiaba: Mariscos.

—Pide lo que quieras, amor.

—¿Seguro? Puedo pedir langostas.

Inmediatamente me di cuenta de lo que había dicho. No sabía ni lo que decía porque estaba medio dormido por lo que casi de inmediato, corregí lo que dije anteriormente.

—Pide lo que quieras, para ti. A mi pídeme fruta o algo así... no sé.

Ella tomó el teléfono y llamó para pedir la comida. Me miró con una cara de confusión.

—Mi español no es el mejor, Mar. ¿Cómo es el tuyo? —dijo en inglés.

—Yo menos..., amor. Creo que fue una mala idea venir aquí sin saber su idioma.

—Lo intentaré —sonrió.

Karina: Buenos... días. M-me gustaría orde-ordenar dos desayunos —ella tartamudeó bastante.

Karina: Creo que quiero eggs y fruit.

Karina: Si. Para la habitación 1035, please.

Karina: Ok.

Descolgó el teléfono, se tiró en la cama y me miró para luego comenzar a hablar

—Creo que mi horrible español logró pedirnos el desayuno —sonrió—. Espero que traigan lo que pedí.

—Espero lo mismo. Tengo muchísima hambre.

—Yo igual —se acomodó un mechón de su rubio cabello.

—¿Solo pediste frutas y huevo? —pregunté confuso.

—Sí, ¿por qué?

—Creo que es muy poco... no sé —reí

—No lo sé. Según yo es un buen desayuno, además vamos a comer bastantes snacks durante todo el día. La gastronomía de aquí es deliciosa —hizo una sonrisa pervertida.

—Si tú lo dices. ¿Por qué estás sonriendo así? ¿Qué estás planeando?

—Creo que tengo ganas de bañarme, pero no sola. ¿Me acompañas?

Asentí.

En ese momento ella se quitó una bata blanca que tenía y quedó completamente desnuda, dejando su trasero al descubierto.

Hice una cara pervertida al igual que su sonrisa.

—Me encantas, leona —mi voz sonaba exaltada.

—A mi también me encantas, Marcís Jones.

Se dio la vuelta lo cual hizo que mis ojos bajaran y vieran su vagina que ya estaba bastante húmeda.

—¿Ya estás mojada? —reí— Creo que es momento de que te coja.

—Eso estoy esperando —dijo rápidamente.

Comencé a caminar al mismo tiempo que ella. Karina caminaba bastante rápido hacia el baño. ¿Estaba desesperada?

Bajo las Luces del Club: Luces 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora