Capítulo 19

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Yvonne

Ningún cosa está bien conmigo, tengo que mentir para poder salir y estar sola, lidiando con mis crisis, después regresar a fingir que estaba todo bien. Por el hecho de que, no quiero perderlo, tiene una esposa obsesiva con nosotros, con él sobre todo.

Desconozco información de a quién mandé a golpear, no sé nada al respeto, los Hamilton me siguen molestan, viniendo a mi casa sin mi permiso, no los quiero cerca, los odio tanto.

Sus insinuaciones sobre dinero no son más que una manera de querer sacarle a Essoh sin pudor. He evitado esa acción varias veces.

Aquella mañana nos despertamos algo tarde, Essoh está muy cansado con tanto trabajo y estudios, también ha estado teniendo reuniones con otros funcionarios, sigue siendo un príncipe, aunque en anonimato.

Me gusta estar bonita para él, más con las visitas de cortesía supuestamente de ciertas mujercitas por mi casa, nunca van a dejar de querer que tome a otra mujer.

Sobre mi cadáver.

Estoy de mal humor, irritable, las lecciones de árabe son solo una distracción a las que muchas veces no pongo atención.

Me miro en el espejo, la belleza no dura para siempre, he pensado en si soy estéril, si ese es mi castigo por ser tan defectuosa. Ya hasta soy experta en fingir que no me pasa nada.

El único lugar donde puedo estar cómoda, segura, tranquila, todo el día, es con Essoh y los dos tenemos cosas que hacer.

—Pagaría lo que fuera por saber lo que pasa por tu mente —sus brazos rodean mi cintura.

Apoya la cabeza en mi hombro, viéndonos en el reflejo del espejo cuerpo completo.

—En nuestro futuro —no es del todo mentira —, ¿Cuándo nos iremos a tu país?

Nos hace girar para que quedemos de frente.

—Vamos ganando, todavía no es seguro que pise el territorio, mi cabeza tiene precio.

Mi cuerpo se sacude levemente, palabras vienen a mi mente, he estado ignorando a los Hamilton mucho tiempo, pasé por algo esa amenaza, los enemigos de esta dinastía lo quieren a él, es el primero en la línea de sucesión.

¿Qué pasa si lo delatan? No tiene un ejército todo el día protegiéndolo por más relaciones diplomáticas con Inglaterra. Dios, no pensé un carajo, mi odio no me lo permite.

—No lo tomes tan literal —abre mis puños, me enterré las uñas.

Lo abrazo temblando, no soy solo yo por si lo pierdo, es que me lo quieren arrebatar a como dé lugar.

—Yo voy a hacer lo que sea para que estemos juntos —suelto.

Estoy en modo automático.

—Cuidándote, me estás preocupando —nos separa —. No quiero ser drástico contigo, yo estoy aquí, Yvonne, yo soy capaz de hacer lo que sea por ti, confíame tu vida, tú alma, quiero ser más que tú esposo tu protector, yo no soy ciego, luna de mi vida.

Sus labios entran en contacto con mis nudillos, besando las marcas de mis uñas en las palmas.

—Voy a estar bien si estás conmigo —reitero.

Vamos hacia la cama donde nos sentamos.

—¿A qué le tienes miedo? Yo prometí delante de Allah que siempre serías mi esposa y pretendo cumplir con mi palabra, ¿Qué te hace pensar que no lo haré?

Los nervios me ganan, reacciono de manera involuntaria, moviéndome pongo algo de distancia entre los dos.

Peino mi cabello, froto las manos en el moño que tengo puesto y mis piernas se golpean una con otra. Lo miro, voy a llorar, lo sé, lo advierto, él también, más me planteo decirle sobre eso, quién fue.

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