Zahara
He tenido miedo, he sido cobarde, he permitido que me extorsione con tal de estar con Essoh y aferrarme a nuestro matrimonio con uñas y dientes. Le he robado a mi propio esposo, engañado y mentido, todo por culpa de una persona.
—Señora Marrash, por favor, firme aquí.
Reacciono cuando la recepcionista habla, girandome estampo mi firma en los documentos.
—¿Ya puedo autorizar el cheque? —indago.
—Por supuesto, indique su firma aquí también y será válido.
A Essoh le van a informar de esto, nunca llevo escoltas hasta hoy, veré como convenzo a mi marido sobre esta transacción, nunca me ha reclamado por dinero, pero ya les dimos este mes y es un abuso.
Saco la chequera colocando la cantidad, firma y la fecha se la dejo bien clara, antes de acercarme a Joe y solicitar que nos dejen unos minutos.
No he vomitado casi en todo mi embarazo, tampoco tengo náuseas, hasta hoy, la bilis, como el miedo, quieren hacerme pasar un mal rato.
—Es la última vez que les doy dinero —afirmo en voz baja, Victoria se une a su bastardo.
—No vas a poder, Yvonne, acuérdate de lo que puedo hacer contigo.
Le sostengo la mirada, odiándolos a los dos, porque ella se limita a pedir que se calle, que mantenga la compostura y me respete.
—Zahara —aclaro para los dos —. No midas fuerzas conmigo, gusano, ¿tan fácil me puedes leer?
Se lame los labios como un auténtico psicópata, mira mi vientre, habla tan bajo.
—Tanto que diría no te aferres a eso que cargas en las entrañas —todos mis miedos están a flor de piel —. Que asquerosa eres, tendrás un sucio negro como hijo.
Respira, Zahara, respira, no caigas en sus provocaciones, pero la amenaza no se la voy a dejar pasar.
—Si tan fácil lees, espero hayas visto como te desangras castrado y degollado en una alfombra —los ojos de Victoria se explayan, para que nadie pueda escucharme bajo mas el tono de mi voz y le sonrío —, has vivido demasiado, si quieres seguir haciéndolo, no pienses, no hables y no toques a mi hijo.
Con el corazón acelerado en mi caja torácica, con las piernas temblorosas, salgo del banco, sin tener una pizca de arrepentimiento en lo que dije, he aguantado mucho, todo, sin embargo, mi bebé no está al alcance de ningún maníaco y si se atreve, voy a cumplir cada una de mis promesas y haré que...mejor no lo pienso.
Yo veré a mi hijo nacer, a mi hijo crecer, él se quedará con su mamá siempre.
Regreso a la casa una hora antes de que mi esposo llegue, se ve abatido, cansado y ojeroso, esto de ser de la realeza no es como lo pintan y, muchas veces, conlleva no dormir, tantas relaciones internacionales lo están agotando.
Lo primero que hace es abrazarnos cuando me levanto a recibirlo, lo estábamos esperando para cenar.
—Bae —susurro estando en casa.
Anoche llegó cuando dormía y se fue antes de que despertara.
—¿Cómo están, vida mía?
Deposita un beso en mi frente, luego nos apartamos un tercio y desplaza lentamente la mano sobre mi estómago, amo ver lo emocionado que está, el brillo hermoso que portan sus orbes cuando está con nosotros.
—Extrañándote —contesto besándole la mejilla.
Lo extraño en todo, pero en todo, sonaré una maniática, más no hemos intimidado casi en dos semanas, primero, estuve en el periodo y esos días son de máximo cuidado por el bebé y luego ha llegado tan agotado, también extraño las noches de conversaciones y mimos.