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𝗛𝗲𝗮𝘁𝗵𝗲𝗿

Como mi madre dijo el día anterior, estábamos de camino al club de playa junto a Rory.

Eran los últimos días de verano por lo que había que aprovechar para ir al club de playa. A mí eso me parecía bien, pero no con Rory.

Yo a Rory le tenía mucho cariño, nos conocíamos desde pequeños y empezamos a salir por negocios de nuestros padres ya que él, desde pequeño, estuvo coladito por mí, por lo que, cuando llegamos a la adolescencia, prácticamente me obligaron a comenzar una relación él.

Sus padres eran dueños de una gran marca de coches con la cual mi padre tiene exclusividad gracias a nuestra relación.
Al principio, ellos no estaban muy convencidos, pero al ver la felicidad de su hijo se decidieron a darnos la exclusividad. Supongo que lo hicieron como una garantía para que siguiera con su hijo.

Pero, lo cierto, era que a mí me gustaría terminar con esa relación cuanto antes, porque tampoco me sentía bien ocultándole lo de Robby.

Llegamos al lugar y, como siempre, mis padres se pusieron a hablar en cuanto llegaron con gente.

—¿Vamos a la piscina?—me preguntó Rory.

—Claro—respondí con una sonrisa.

Fuimos al agua y estuvimos jugando un buen rato como niños pequeños.
Como amigo, él me encantaba. Siempre conseguía que me lo pasara bien.

—Me apetece algo de beber—mencionó.

En ese momento sentí como me quedé paralizada, porque adivina quien era el camarero del bar...

Sí, Robby.

Y no tenía ni idea de como iba a reaccionar al ver a Rory.

》Heather, ¿estás bien?

—¿Qué? Ah, sí. Vamos—dije rápidamente.

Lo seguí hasta la zona del bar donde pude ver a Robby trabajando.

—Me alegro mucho de estar aquí—dijo Rory para luego besarme.

Cuando nos separamos, le sonreí algo incómoda pues podía notar la mirada de Robby en nosotros.

—Hola, buenas. ¿Qué querrán?—cuestionó Robby.

—Yo una limonada—habló Rory—. ¿Y tú?

—Am... aún no sé—dije.

—Su limonada—le dijo Robby a Rory poniendo el vaso en la barra.

—Ve a la mesa en lo que yo me decido—le dije a Rory.

Él asintió.

—¿Él es tu novio?—me preguntó Robby.

—Sí.

—Podríais haber ido a otro sitio—mencionó.

—Mi madre lo ha invitado—dije.

El asintió.

—Tengo muchas ganas de besarte—comentó.

Mi respiración se entrecortó por un momento.

—No podemos hacer nada con él aquí—dije.

—En media hora ve a las puertas del baño, tú sola—me dijo.

—Lo intentaré.

Él asintió.

—Bueno, ¿qué te pongo?—cuestioné.

—Un batido de fresa—dije.

—Bien, ahora te lo llevo yo.

Asentí.

—Gracias.

[...]

Estaba con Rory en las tumbonas de al lado de la piscina tomando el sol.

—Joder, no me puedo creer que ya vayan a empezar las clases—habló.

—Uf, no me lo recuerdes—pedí.

—Tienes razón, mejor disfrutemos de lo que queda—dijo.

En ese momento mi teléfono vibró sobre la pequeña mesa que había entre las dos tumbonas.

Lo tomé, y pude ver que era Robby.

Robby: Ya estoy en el descanso.

—¿Quién es?—me preguntó.

—Am... nadie. Es una notificación de una aplicación—mentí—. Tengo que ir al baño. Ahora vuelvo.

Él asintió.

Me levanté y dejé un pequeño beso en sus labios para que no sospechas nada.


Después de eso, caminé hasta los baños que había dicho Robby.
Lo pude ver en la entrada de estos.

Él sonrió al verme.

Cuando llegué a él, miró a los lados asegurándose de que no había nadie, antes de tirar de mi mano hacia dentro del baño.

Puso el pestillo antes de girarse hacia mí para besarme.

Colocó su mano en mi cintura para, poco a poco, bajarla más hasta llegar a mí trasero para acercarme más a él.

—Espero que esta noche estés libre—mencionó entre el beso.

—No creo, mi madre ha invitado a Rory a cenar también—dije separándome.

El suspiró, pesadamente.

—Estoy empezando a odiarlo—dijo.

—No te centres en él—hablé—. Céntrate en que me gustas tanto que te estoy besando en un baño público, es asqueroso.

El sonrió, divertido.

》Te aseguro que si no me gustaras como lo haces no hubiese venido hasta aquí.

Me apretó más contra él con una sonrisa.

—Ojalá tuviese más tiempo.

—Ojalá lo tuvieras—continué poniendo mis brazos alrededor de si cuello.

De repente una alarma en el móvil de Robby comenzó a sonar.

—Joder—se quejó.

Hice un puchero.

—Si tienes otro descanso, avísame—dije.

Él asintió y yo dejé un último beso en sus labios antes de que él saliera de ahí.

Me miré en el espejo, asegurándome que estuviera bien peinada, antes de salir.


14•08•2023

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𝕷𝖔𝖘𝖙 𝖎𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝖋𝖎𝖗𝖊 || 𝕽𝖔𝖇𝖇𝖞 𝕶𝖊𝖊𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora