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𝗛𝗲𝗮𝘁𝗵𝗲𝗿

Entré al dojo hablando por teléfono.

—Ahora no puedo, Rory—le dije al cruzar la caseta.

Me di cuenta de que Robby, quien me miraba, estaba allí.

Al colgar la llamada, hablé:

》Pensé que podría ser una urgencia.

—No tienes por qué darme explicaciones—dijo para luego seguir golpeando el saco.

—Hola, chicos—saludó mi padre acercándose—. Muy bien. Asistencia completa el primer día.

—¿Cuál es la primera lección?—cuestioné.

—Ya lo veréis. Seguidme—dijo papá—. Vamos.

Lo seguimos hasta la parte donde había arena.
Mi padre hizo un círculo con arena de un color más claro.

—Para jugar con arena vamos a la playa—comenté.

—No, hoy no—respondió mi padre—. Hacía mucho que el dojo no tenía más de un alumno.

》Creeréis que con dos personas habrá el doble de defensa.

Asentí al igual que Robby.

》Pues no. Uno de los pilares del Miyagi-Do Karate es moverse siempre en círculo. Con la técnica de la rueda, veréis que dos personas pueden ser tan fuertes como 20.

》¿Estáis listos?

—Sí, señor LaRusso—dijo Robby.

—Adelante—continué.

—Bien, entrad en el círculo—dijo papá.

Ambos hicimos lo que dijo.

》De lado. Saludo. De frente. Saludo.

Comenzamos a hacer lo que nos indicaba papá.

》A ver esa rueda.

Dimos la vuelta.

》No, tenéis que sincronizaros. Si no, la técnica no funciona.

—¿Técnica?—cuestionó Robby—. Si parece un baile.

—¿Cuándo encendemos la hoguera y bailamos alrededor?—continué.

—Confiad en mí—pidió papá—. Cuando dominéis esto, nadie se meterá con vosotros. Volved a intentarlo.

Comenzamos de nuevo.

》Abajo, Heather, brazo izquierdo arriba. No, los dos a la vez.

—¿Cómo vamos a hacerlo a la vez si no nos vemos—cuestionó Robby.

—Tenéis que sentir lo que hace el otro, aunque no os veáis—respondió.

—¿Cómo hacemos eso, exactamente?—cuestioné—. No es como que tengamos telepatía o algo.

El móvil de mi padre sonó.

—Tengo que ir a ayudar a tu madre—informó—. Sentidlo, ¿vale? Volveré en cuanto pueda. Va, seguid así.

[...]

Ya otro día, estaba practicando la técnica nueva en lo que llegaban Robby y mi padre.
En ese entonces, vi a Robby entrar.

—¿El primer giro era a la derecha o a la izquierda?—le pregunté.

—No me acuerdo—respondió, cortante—. ¿De qué nos servirá un baile ridículo en un combate?

𝕷𝖔𝖘𝖙 𝖎𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝖋𝖎𝖗𝖊 || 𝕽𝖔𝖇𝖇𝖞 𝕶𝖊𝖊𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora