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𝗛𝗲𝗮𝘁𝗵𝗲𝗿

—Sigo sin creerme que golpearas una pared, tú no haces esas cosas—me dijo Sam mientras caminábamos hacia el grupo de chicos en el dojo—. Sé que ha pasado algo, y puedes decírmelo; no se lo diré a nadie.

—Sam, es verdad lo que dije—repetí—. Créeme o no, haz lo que quieras.

—¿Habéis visto el video que os mandé del último Sekai Taikai?—les preguntaba Eli a Miguel y a Robby.

—Sí, ¿cómo dan patadas tan altas?—cuestionó Miguel.

—Y tan fuertes—continuó Robby.

—Es el campeonato más importante del mundo—comentó Sam.

—Los ganadores del año pasado hicieron un anuncio en Taiwán—informó Eli.

—Imaginaos salir en un anuncio—dijo Mitch.

—¿Qué haríais con tanto dinero?—cuestioné.

—Yo me compraría un yate con jacuzzi y lo llenaría de Smarties y pibones—respondió Chris causando una risa por parte de todos.

—Ya vale, ya vale—interrumpió papá—. No nos adelantemos. Recordad: Cobra Kai hará lo que sea necesario para ganarse un puesto. Y si esta vez gana, chicos de todo el mundo tendrán que lidiar con la misma mierda que vosotros.

—Si ganamos, verán que podemos pararlos—hablé.

—Antes debéis demostrar que podéis competir contra mejores—comentó Chozen.

—Para hacerlo tenéis que ser mejores que los mejores—continuó Johnny—. Por eso os daremos una caña de la hostia.

—Los tres os prepararemos para la presentación de mañana—informó papá—. ¿Vale? Venga a calentar.

—¡Moved el culo!—exclamó Johnny.

Me acerqué a mi padre.

—¿Yo qué voy a hacer?—le pregunté.

—Pues algo que creo que te va a gustar—mencionó—: harás la técnica de la rueda con Robby. No te hace falta que la mano esté bien.

Asentí con una sonrisa.

[...]

Les enseñábamos a los jueces del Sekai Taikai lo que hacíamos en nuestros dojos.

El sensei Lawrence me había dejado mostrarles a los senseis nuestras patadas, ya que no requería que usará mi mano.

Di una patada rompiendo una de las sandías que había colgadas de una cadena en la fábrica donde estaba el dojo de Johnny.

—Aquí no hay moderneces—explicaba Johnny—. Este dojo es de la vieja escuela. No mimamos a nuestros alumnos. Tienen que currárselo.

Golpeé otra sandía pero no conseguí romperla.

—¿Eso es una patada? ¡Más fuerte!—ordenó el sensei Lawrence.

Volví a colocarme y respiré antes de lanzarle una fuerte patada a la sandía haciendo que esta se rompiera y manchara al juez.

Mierda.

Un silencio incómodo llenó el lugar.

—Oiga, miré. Puede que os parezca raro, pero hay que reinventar el entrenamiento para llegar a otro nivel—habló Johnny rompiendo el silencio—. Hay quien usa basura de alta tecnología, y quien corre hasta lo alto de una montaña nevada y grita.

𝕷𝖔𝖘𝖙 𝖎𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝖋𝖎𝖗𝖊 || 𝕽𝖔𝖇𝖇𝖞 𝕶𝖊𝖊𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora