¿Un niño?
Kris resopló en silencio mientras veía horrorizada cómo su hermana lo sacaba del
contenedor de basura. El niño tenía el rostro petrificado con los ojos muy abiertos y
el pelo castaño todo de punta. Llevaba una especie de traje gris.-¡Lindy! -la llamó Kris con la boca seca de miedo-. ¿Está... está vivo? -Con el corazón acelerado echó a correr hacia su hermana. Lindy tenía a la pobre criatura
en brazos-. ¿Está vivo? -repitió Kris sin aliento.Pero se frenó en seco al ver que Lindy se echaba a reír.
-No. No está vivo -contestó Lindy alegremente.
Entonces Kris se dio cuenta de que no era un niño.-¡Un muñeco! -exclamó.
-Un muñeco de ventrílocuo. Es increíble que lo hayan tirado. Está perfecto.
Lindy tardó un momento en darse cuenta de que Kris jadeaba y tenía la cara roja.
-¿Qué te pasa, Kris? ¡No me digas que te creías que era un niño de verdad! -
exclamó con una carcajada de desdén.-Pues claro que no.
Lindy examinó la espalda del muñeco, buscando algún cordel para hacer que
moviera la boca.-¡Soy un niño de verdad! -le hizo decir, hablando con voz muy aguda y los
dientes apretados, intentando no mover los labios.-Tonta.
-¡La tonta eres tú! -dijo el muñeco con su voz chillona. Cuando Lindy tiraba
del cordel de su espalda, los labios de madera subían y bajaban haciendo chasquidos.La niña subió la mano y encontró la palanca para hacer que los ojos se movieran de
un lado a otro.-Seguro que está lleno de bichos -afirmó Kris con cara de asco-. Tíralo,
Lindy.-Ni hablar -dijo su hermana, acariciando tiernamente el pelo de madera-. Me
quedo con él.-Se queda conmigo -le hizo decir al muñeco.
Kris lo miró con suspicacia. El pelo castaño estaba pintado y sus ojos azules se
movían sin pestañear de un lado al otro. Tenía unos labios muy rojos, curvados en
una siniestra sonrisa. El labio inferior estaba desconchado en un lado, de modo que
no terminaba de encajar con el superior.El muñeco llevaba un traje cruzado encima de un cuello de camisa blanco, pero
en lugar de camisa tenía el pecho pintado de blanco. Al final de sus finas piernas
fláccidas tenía unos zapatones de cuero marrón.-Me llamo Slappy -dijo Lindy, como si hablara el muñeco, moviéndole la
boca.-Tonta -repitió Kris meneando la cabeza-. ¿Vamos a dar un paseo en bici o
no?-¿Es que tienes miedo de que el pobre Robby te eche de menos? -preguntó el
muñeco.-Deja ya en paz esa cosa tan fea -replicó Kris impaciente.
-Y no soy feo -dijo Slappy con la voz chillona de Lindy, moviendo los ojos de
un lado a otro-. ¡La fea eres tú!-Estás moviendo los labios. Eres muy mala ventrílocua.
-Ya lo haré mejor.
-¿Te lo vas a quedar, de verdad? -exclamó Kris.
-Me gusta Slappy. Es muy lindo. -Lindy estrechó al muñeco entre sus brazos.
-Soy muy lindo -le hizo decir-. Y tú muy fea.
-Calla -le espetó Kris.
-¡Calla tú! -replicó Slappy con la voz chillona de Lindy.
-¿Para qué lo quieres? -Kris echó a andar detrás de su hermana hacia la calle.
-Siempre me han gustado los muñecos. ¿Te acuerdas de las marionetas que
tenía? Me pasaba horas jugando con ellas. Me inventaba obras de teatro muy largas.-Yo también estaba siempre jugando con ellas -recordó Kris.
-A ti se te enredaban las cuerdas -dijo Lindy frunciendo el ceño-. Lo hacías fatal.
-¿Pero qué vas a hacer con el muñeco?
-No lo sé. A lo mejor monto un número. -Se cambió de brazo el muñeco con
gesto pensativo-. Seguro que podría ganar dinero con él. Daría espectáculos en las
fiestas de cumpleaños.-¡Feliz cumpleaños! -hizo que exclamara Slappy-. ¡Échenme algo de dinero!
Kris no se rió. Las niñas pasaron por delante de su casa. Lindy llevaba a Slappy en brazos, con
una mano en su espalda.-Pues a mí me parece siniestro -dijo Kris, dándole una patada a una piedra-.
Deberías dejarlo en el contenedor.-Ni hablar.
-Ni hablar -repitió Slappy, moviendo la cabeza y los ojos-. ¡A ti te vamos a
echar al contenedor!-Es malo -comentó Kris mirando a Lindy con el ceño fruncido.
Su hermana se echó a reír.-A mí no me lo digas -se burló-. Díselo a él.
Kris la miró ceñuda.
-Lo que pasa es que te da envidia porque fuí yo la que lo encontró.
Kris fue a protestar, pero en ese momento oyeron voces. Los dos hermanos
Marshall, del otro extremo de la manzana, venían corriendo hacia ellas. Eran dos
niños pelirrojos, muy guapos, a los que a veces ellas iban a cuidar.-¿Qué es eso? -preguntó Amy Marshall señalando a Slappy.
-¿Habla? -quiso saber su hermano pequeño, Ben, manteniéndose a una cierta
distancia con una expresión insegura en su rostro pecoso.-¡Hola, soy Slappy! -saludó el muñeco. Lindy lo sostenía sentado, con los
brazos colgándole a los costados.-¿De dónde lo sacadaste? -preguntó Amy.
-¿Se le mueven los ojos? -inquirió Ben, sin atreverse a acercarse todavía.
-¿Se te mueven a ti los tuyos? -le espetó Slappy.
Los dos hermanos Marshall se echaron a reír. Ben olvidó su reticencia y se
aproximó a tomar la mano del muñeco.-¡Ay! ¡No tan fuerte! -exclamó Slappy.
Ben dejó caer la mano conteniendo el aliento. Luego él y su hermano estallaron
en alegres carcajadas.-¡Ja ja ja ja! -rió el muñeco controlado por Lindy, echando atrás la cabeza y
abriendo su sonriente boca.A los dos pequeños aquello les pareció lo mejor, y se partieron de risa.
Complacida con la respuesta de su público, Lindy echó una ojeada a su hermana. Kris estaba sentada en la acera, con la cabeza entre las manos y expresión abatida.
«Me tiene envidia -pensó Lindy-. Vió que a los niños les encanta Slappy
y que estoy acaparando toda su atención. ¡No puede con la envidia que tiene!
»¡Ahora sí que me pienso quedar con Slappy», se dijo Lindy, secretamente
encantada con su pequeño triunfo.Se quedó mirando los vivos ojos azules del muñeco. Para su sorpresa, Slappy
pareció mirarla también a ella, con un brillo de sol en los ojos y una ancha sonrisa de
complicidad.
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La noche del muñeco viviente
HorrorLa historia y los personajes pertenecen a R.L Stine, yo sólo comparto su historia con ustedes. Lindy ha encontrado un muñeco al que llama Slappy, y cuando lo maneja se convierte en el centro de atención. Su hermana Kris le tiene envidia, por lo que...