-¡Saquenme de aquí! ¡Saquenme de aquí! -decía enfadada la aguda vocecilla.

Kris se incorporó de un brinco y todo su cuerpo se estremeció en un escalofrío de miedo. Miró la otra cama. Lindy no se había movido.

-¿Has... has oído eso? -balbució Kris.

-¿El qué? -preguntó Lindy soñolienta.

-La voz. En el armario.

-¿Eh? ¿De qué hablas? Son las tres de la mañana. ¿Es que no podemos dormir un poco?

-Pero, Lindy... -Kris puso los pies en el suelo. El corazón le martilleaba en el pecho-. Despierta. ¡Escúchame! El señor Wood me estaba llamando. ¡Estaba
hablando!

Lindy alzó la cabeza y se quedó escuchando.

Silencio.

-Yo no oigo nada. A lo mejor estabas soñando.

-¡No! -chilló Kris, notando que perdía el control-. ¡No era un sueño! Tengo mucho miedo, Lindy. ¡Tengo muchísimo miedo!

Se echó a temblar de la cabeza a los pies y unas lágrimas calientes descendieron por sus mejillas. Lindy se levantó y se acercó a la cama de su hermana.

-E-está pasando algo horrible, Lindy -balbució Kris entre lágrimas.

-Y yo sé quién es el culpable -susurró Lindy, poniéndole una mano en el hombro tembloroso.

-¿Eh?

-Sí, yo sé quién ha estado haciendo todo esto. Sé quién fué .

-¿Quién? -preguntó Kris sin aliento.

La noche del muñeco vivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora