Las gemelas soltaron al señor Wood y se lanzaron por el perro con las manos estiradas. Cayeron deslizándose boca abajo sobre la hierba húmeda. Barky, ajeno al
peligro, se puso a jugar con ellas y las esquivó. Lindy y Kris se apartaron rodando del camino de la apisonadora.

-¡Hey, salgan de ahí! -exclamó furioso el operario por la alta ventana de la máquina-. ¿Acaso están locas, niñas?

Ellas se levantaron de un salto y volvieron a por el señor Wood. La lluvia empezaba a arreciar y un rayo blanco hendió el cielo.

-¡Soy libre! -gritó el muñeco con las manos alzadas-. ¡Ahora me las
pagarán!

-¡Atrapalo! -le dijo Kris a su hermana.

La lluvia les martilleaba en la cabeza y los hombros. Las niñas agacharon la cabeza y se lanzaron en persecución del muñeco. El señor Wood echó a correr.

No vio la segunda apisonadora.
El gigantesco rodillo negro le pasó por encima, aplastándolo con un fuerte crunch. Un siseo se alzó debajo de la máquina, como el aire que escapara de un enorme globo. La apisonadora pareció bambolearse adelante y atrás, bajo el rodillo surgió un extraño gas verde que se expandió en el aire formando una siniestra nube
con forma de hongo.

Barky dejó de saltar y se quedó petrificado, siguiendo con la mirada el gas verde que flotaba en el cielo negro.

Kris y Lindy también miraban maravilladas. La nube verde, impulsada por el viento y la lluvia, les pasó por encima.

-¡Aj! ¡Apesta! -dijo Lindy.

Olía a huevos podridos. Barky lanzó un grave quejido. La apisonadora retrocedió y el conductor salió de un salto y se acercó corriendo. Era un hombre bajo, de grandes y musculosos brazos que hinchaban las mangas de su camiseta. Tenía la cara muy roja, el pelo rubio muy corto y los ojos dilatados de espanto.

-¿Era un niño? -gritó-. ¿He... he aplastado a un niño?

-No, era un muñeco -contestó Kris-. No estaba vivo.

El hombre se detuvo y su cara pasó del rojo al puro blanco. Lanzó un fuerte suspiro de alivio.

-Dios mío -suspiró-. Dios mío, pensaba que era un niño.

Respiró hondo y soltó el aire muy despacio. Luego se agachó para examinar el suelo bajo el rodillo. Cuando las hermanas se acercaron vieron los restos del muñeco,
totalmente aplastado dentro de sus téjanos y la camisa de franela.

-Vaya, lo siento -dijo el hombre, enjugándose la frente con la manga de la camiseta-. No pude frenar a tiempo.

-No pasa nada -le tranquilizó Kris, esbozando una gran sonrisa.

-Sí, no pasa nada -se apresuró a repetir su hermana.

Barky se acercó a olisquear el muñeco aplastado. El hombre movió la cabeza.

-Menos mal. Parecía que iba corriendo. Pensé que era un niño. Me dió susto de muerte.

-No, era sólo un muñeco -dijo Kris.

-¡Uf! -suspiró el hombre-. Por qué poco. -De pronto cambió su expresión-. ¿Pero ustedes qué hacen aquí fuera con esta lluvia?

Lindy se encogió de hombros y Kris movió la cabeza.

-Salimos a pasear al perro.

El hombre agarró el muñeco. La cabeza del señor Wood había quedado convertida en serrín.

-¿Lo quieren?

-Puede tirarlo a la basura -dijo Kris.

-Más vale que se resguarden de la lluvia -aconsejó el hombre-. Y no me vuelvan a dar un susto así.

Las gemelas pidieron perdón y volvieron a la casa sonriendo encantadas. «No se
me va a ir la sonrisa de la cara -pensó Kris-. Estoy tan contenta...»
Se limpiaron las suelas en la alfombra y abrieron la puerta de la cocina para que entrara Barky.

-Uf. ¡Vaya mañanita! -exclamó Lindy. Fuera se vio el destello de un brillante relámpago seguido del fragor de un trueno.

-Estoy empapada -dijo Kris-. Voy a cambiarme.

-Yo también. -Lindy fue tras ella por las escaleras.

Al entrar al dormitorio encontraron la ventana abierta. Las cortinas aleteaban violentamente y la lluvia entraba a raudales.

-¡Vaya por Dios! -Kris fue corriendo a cerrar, pero al inclinarse sobre la silla, Slappy le agarró el brazo.

-Hey, esclava, ¿ya se fué el otro muñeco? -preguntó con un gruñido gutural-.¡Pensé que no se largaría nunca!

Fin.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 27, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La noche del muñeco vivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora