-¡Ay!
Kris se llevó la mano a la mejilla, que se le había quedado roja, y dio un paso
atrás.-¡Ya está bien, Lindy! ¡Me lastimaste!
-¿Yo? -exclamó su hermana-. ¡No fuí yo! ¡Fue Slappy!
-Eres una tonta -protestó Kris, frotándose la mejilla-. Me lastimaste mucho.
-¡Pero si no fuí yo! -Lindy volvió hacia ella la cara de Slappy-. ¿Por qué le hiciste eso a Kris?
El señor Powell se levantó de un brinco.
-Deja de hacerte la tonta y pídele perdón a tu hermana.
Lindy agachó la cabeza del muñeco.
-Lo siento -le hizo decir.
-No, con tu propia voz -ordenó el señor Powell con los brazos cruzados-. Fuiste tú la que lastimó a Kris.
-Ok, ok, -murmuró Lindy, poniéndose colorada y evitando la furiosa mirada de su hermana-. Lo siento. Toma. -Arrojó a Slappy en brazos de Kris.
Kris se quedó tan sorprendida que casi se le cae el muñeco. Slappy pesaba más de lo que se había imaginado.
-¿Y ahora qué tengo que hacer con él? -preguntó.
Lindy se encogió de hombros y se dejó caer en el sofá junto a su madre.
-¿Por qué te pusiste así? -le susurró la señora Powell-. Fué una tontería.
Lindy se sonrojó.
-¡Slappy es mío! ¿Por qué no puedo tener algo mío por una vez?
-Ay, niñas, con lo bien que se portan algunas veces...
El señor Powell se sentó en el brazo del sillón, al otro lado de la sala.-¿Cómo se le mueve la boca? -preguntó Kris, dándole la vuelta al muñeco para vérle la espalda.
-Hay un cordel ahí, dentro de la hendidura de la chaqueta -dijo Lindy de mala gana-. Tira de él.
«No quiero que Kris juegue con Slappy -pensó Lindy tristemente-. No quiero compartir a Slappy. ¿Por qué no puedo tener algo mío? ¿Por qué tengo que compartirlo todo con ella? ¿Por qué Kris siempre quiere imitarme?»
Lindy apretó los dientes.
Esa misma noche, Kris se incorporó de pronto en la cama. Había tenido una pesadilla.
La estaban persiguiendo, recordó con el corazón acelerado. ¿Pero qué la perseguía? ¿Quién? No se acordaba.Miró en torno a la habitación en penumbra, esperando que su corazón recuperara
el ritmo normal. Hacía calor y el ambiente estaba cargado a pesar de que la ventana
estaba abierta y las cortinas revoloteaban.Lindy estaba dormida en la cama de al lado y respiraba suavemente, con los labios abiertos y el pelo largo suelto en torno a su cara. Kris echó un vistazo al radiorreloj que había en la mesilla entre las dos camas. Eran casi las tres de la madrugada.
A pesar de estar ya totalmente despierta, la pesadilla no terminaba de desvanecerse. Todavía se sentía incómoda, un poco asustada, como si aún la estuvieran persiguiendo. Tenía la nuca caliente y le picaba.
Se volvió para ahuecar la almohada y apoyarla contra la cabecera de la cama. Al tumbarse algo llamó su atención.
Había alguien sentado en la silla delante de la ventana, alguien que la estaba mirando. Kris contuvo la respiración, pero después se dio cuenta de que era Slappy.
La amarillenta luz de la luna se derramaba sobre él, produciendo un brillo en sus ojos. El muñeco estaba sentado en la silla, inclinado hacia la derecha, con un brazo descansando en el reposabrazos de la silla.
Sus ojos parecían mirarla directamente, con una ancha sonrisa burlona en la boca.
Kris observó la expresión del muñeco bajo la espectral luz de la luna. Entonces, sin pensar, sin darse cuenta siquiera de lo que estaba haciendo, salió en silencio de la
cama.Se le enredó el pie en la sábana y estuvo a punto de caerse. Apartó el cobertor de una patada y se acercó rápidamente a la ventana. Slappy la miró cuando su sombra cayó sobre él. La sonrisa del muñeco pareció ensancharse.
Una ráfaga de viento agitó las cortinas contra la cara de Kris. La niña las apartó y
miró la cabeza pintada de Slappy. Le frotó el pelo de madera que relucía bajo la luz amarillenta. Era cálido, mucho más de lo que ella pensaba.Kris apartó rápidamente la mano.
¿Qué había sido ese ruido? ¿Era la risa de Slappy? ¿Se había reído de ella? No, claro que no. Kris se dio cuenta de que estaba jadeando.«¿Por qué me da tanto miedo este estúpido muñeco?», pensó.
Lindy emitió un suspiro y se dio la vuelta en la cama. Kris se quedó mirando los grandes ojos de Slappy, que relucían bajo la luz que entraba por la ventana. Esperó
que los ojos pestañearan o se movieran de un lado al otro. Pero de pronto se sintió una tonta.«No es más que un muñeco de madera», se dijo.
Lo empujó con la mano y el cuerpo tieso cayó a un lado. La dura cabeza hizo un suave clonk al golpear el brazo de madera de la silla. Kris se sintió curiosamente satisfecha, como si le hubiera dado una lección.
Las cortinas volvieron a frotarle la cara. Kris las apartó, soñolienta, y quiso volver a la cama. Pero no había dado ni un paso cuando Slappy la agarró de la muñeca.
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La noche del muñeco viviente
УжасыLa historia y los personajes pertenecen a R.L Stine, yo sólo comparto su historia con ustedes. Lindy ha encontrado un muñeco al que llama Slappy, y cuando lo maneja se convierte en el centro de atención. Su hermana Kris le tiene envidia, por lo que...