Las dos gemelas se quedaron mirando al muñeco, esperando verlo desplomarse.
Pero él se agarró a la barandilla y echó la cabeza atrás para lanzar una risa desdeñosa.
-¡Ésas son las palabras de un viejo hechicero para darme la vida! -proclamó-. ¡No son las palabras para matarme!
¿Matarlo?
«Sí -pensó Kris frenética, y tiró el papel al suelo-. No tenemos más remedio.»
-Hay que matarlo, Lindy.
-¿Eh? -preguntó su hermana sorprendida.
Kris tomó al muñeco por los hombros.
-Yo lo agarro y tú le arrancas la cabeza.
Lindy estaba detrás de ella y tuvo que apartarse para esquivar las patadas del señor Wood.
-Yo lo agarro -repitió Kris-. Agarrale la cabeza. Arráncasela.
-¿Estás... estás segura? -Lindy vacilaba con cara de pánico.
-¡Hazlo! -gritó Kris.
Bajó las manos hasta la cintura del muñeco y Lindy le agarró la cabeza con las dos manos.
-¡Suéltame! -resolló el señor Wood.
-¡Tira! -le dijo Kris a su aterrorizada hermana. Y, sosteniéndolo con fuerza,
tiró del muñeco hacia el lado contrario.Lindy gruñía por el esfuerzo. Pero la cabeza no salía.
El señor Wood soltó una risita aguda.-Basta. Me hacen cosquillas.
-¡Tira más! -ordenó Kris.
Lindy tenía la cara muy roja. Agarró bien la cabeza y tiró de ella con todas sus fuerzas. El muñeco volvió a soltar su desagradable risita aguda.
-No... no sale -suspiró Lindy, desalentada.
-¡Retuércesela! -sugirió Kris, frenética.
El muñeco agitaba los pies y daba patadas a Kris en el estómago, pero la niña no lo soltó.
-¡Retuércele la cabeza!
Lindy lo intentó y el muñeco se rió otra vez.
-¡No puedo! -Lindy soltó la cabeza y retrocedió un paso. El señor Wood se la quedó mirando con una sonrisa.
-No me matarán. Tengo poderes.
-¿Qué hacemos? -preguntó Lindy a Kris.
-Ahora ésta es mi casa -dijo el muñeco, sonriendo a Lindy al tiempo que intentaba soltarse de las manos de Kris-. Ahora harán lo que yo diga. Suéltame.
-¿Qué hacemos? -repitió Lindy.
-Llévalo arriba. Le cortaremos la cabeza -contestó su hermana.
El señor Wood giró la cabeza, con los ojos muy abiertos en una mirada diabólica.
-¡Ay! -gritó Kris sorprendida. El muñeco le había mordido el brazo. La niña lo apartó y, sin pensárselo dos veces, abofeteó la cabeza de madera.
El señor Wood soltó una risita por toda respuesta.
-¡Violencia! ¡Violencia! -dijo burlón con tono de reproche.
-Toma las tijeras que hay en tu cajón -indicó Kris a su hermana-. Yo lo llevaré al cuarto.
Le dolía el mordisco del brazo, pero seguía aferrando con firmeza al señor Wood mientras lo llevaba a su habitación. Lindy ya había sacado las largas tijeras metálicas,y las estaba abriendo y cerrando con la mano temblorosa.
-Debajo del cuello -dijo Kris, agarrando al señor Wood por los hombros. Él siseó furioso e intentó patearla con los dos pies, pero Kris se apartó.
Lindy tomó las tijeras con las dos manos e intentó cortar el cuello de madera. Al ver que no podía, trató de utilizarlas con un movimiento de sierra.
El señor Wood se echó a reír.
-Se los dije. No me matarán.
-¡No hay manera! -exclamó Lindy, llorando de impotencia-. ¿Ahora qué hacemos?
-Encerrarlo en el armario. Después ya pensaremos algo.
-No tienen que pensar nada. Son mis esclavas -gruñó el muñeco-. Haran lo que yo les diga. De ahora en adelante mando yo.
-De eso nada -murmuró Kris moviendo la cabeza.
-¿Y si no te obedecemos?
El muñeco le clavó una torva mirada.
-Entonces voy a herir a sus seres queridos -dijo sin inmutarse-. Sus padres, sus amigos, o tal vez ese perro asqueroso que siempre me ladra. -Echó atrás la cabeza y una seca y diabólica carcajada escapó de sus labios de madera.
-Enciérralo en el armario -sugirió Lindy- hasta que se nos ocurra cómo librarnos de él.
-No pueden librarse de mí. No me hagan enfadar. Tengo poderes, se los advierto. Ya me estoy hartando de sus patéticos intentos de lastimarme.
-El armario no cierra, ¿no te acuerdas? -exclamó Kris, forcejeando con el muñeco para que no se le escapara.
-¡Espera! A ver esto qué tal... -Lindy corrió al armario y sacó del fondo una vieja maleta.
-Perfecto -dijo su hermana.
-Se los advierto... -amenazó el señor Wood-. Se están poniendo muy pesadas.
Dando un tirón se soltó de Kris. Ella se arrojó sobre él, pero el muñeco la esquivó y la niña cayó de narices en la cama. El señor Wood corrió al centro de la habitación y miró la puerta, como decidiendo adonde ir.
-Tienen que hacer lo que yo diga -dijo con aire amenazador, levantando una mano hacia Lindy-. No voy a huir de ustedes porque van a ser mis esclavas.
-¡No! -gritó Kris.
Las dos gemelas se lanzaron contra el muñeco. Lindy lo tomoó por los brazos y Kris por los tobillos. Hasta que al final lograron meterlo en la maleta.
-¡Se van a arrepentir! -amenazó el señor Wood, agitando las piernas para darles una patada-. ¡Me las pagarán! ¡Ahora alguien morirá!
Todavía seguía gritando cuando Kris cerró la maleta y la metió en el armario.
Luego cerró el armario rápidamente y se apoyó contra la puerta, suspirando débilmente.
-¿Y ahora qué? -le preguntó a Lindy.
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La noche del muñeco viviente
HorrorLa historia y los personajes pertenecen a R.L Stine, yo sólo comparto su historia con ustedes. Lindy ha encontrado un muñeco al que llama Slappy, y cuando lo maneja se convierte en el centro de atención. Su hermana Kris le tiene envidia, por lo que...