Lindy salió de la cama con el corazón dando brincos en su pecho.

Se le enredó la sábana en los pies y estuvo a punto de caerse. El espeluznante grito de Kris le resonaba en los oídos.

Bajó los escalones de dos en dos. Sus pies descalzos resonaban en la fina
alfombra. La planta baja estaba a oscuras, excepto por la fina rendija de luz amarillenta de
la cocina.

-Kris... Kris... ¿Estás bien? -La voz de Lindy sonó floja y asustada en el
oscuro pasillo. -¿Kris?

Lindy se detuvo en la puerta. ¿De dónde venía aquella luz espectral?
Tardó un rato en darse cuenta de que era la tenue luz amarillenta de la nevera, que estaba abierta de par en par. Y la nevera estaba vacía.

-¿Qué está pasando?

Entró en la cocina y algo frío y húmedo le rodeó el pie. Lindy ahogó una exclamación y vio que había pisado un charco de leche. Al lado estaba el cartón volcado.

Miró entonces a Kris, que estaba en la oscuridad al otro lado de la cocina, con la espalda contra la pared, tapándose con las manos su cara horrorizada.

-Kris, ¿qué demonios...?

Empezaba a ver ahora toda la escena. Era muy extraña, como... diabólica. Lindy tardó un buen rato en asimilarla.

Pero ahora, siguiendo la horrorizada mirada de Kris, Lindy vio el amasijo que había en el suelo y se dio cuenta de por qué estaba vacía la nevera. Todo lo que había dentro estaba tirado por el suelo. Una botella de zumo de naranja yacía volcada en un charco de zumo. Los huevos estaban espachurrados por todas partes, frutas y verduras cubrían la cocina.

-¡Aah! -gimió Lindy, totalmente estupefacta.

Todo parecía brillar y resplandecer. ¿Qué eran esas cosas brillantes entre la comida? ¡Las joyas de Kris!
Había pendientes, brazaletes y collares de cuentas por todas partes, mezclados con la comida tirada como en una especie de insólita ensalada.

-¡Oh, no! -chilló Lindy de pronto, al terminar de ver la imagen.

Sentado muy tieso en medio del desastre estaba el señor Wood, sonriendo alegremente. Tenía varios collares puestos, unos largos pendientes en las orejas y una
fuente con restos de pollo en el regazo.

La noche del muñeco vivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora