Cuatro horas

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Un abrazo silencioso podía sentirse más intenso en el pecho que cualquier palabra dicha en el mundo, los dos podían sentir su calidez, nerviosismo, felicidad y amargura al mismo tiempo, mientras que sus brazos se rodeaban mutuamente.

-Lo siento- murmuro ella con el rostro escondido en su pecho -Mi corazón llego aquí antes que mi cuerpo, no pude evitarlo – Dijo intentando zafarse del abrazo.

-Solo un poco más – respondió él aferrándose fuertemente a ella -solo quédate así un poco más, más por favor - sentía una mezcla de alegría, miedo y melancolía, ella era todo lo que él necesitaba para sentirse bien, pero sabía que no debían estar juntos.

-Pensé que podrías odiarme, aunque sea un poco- continúo hablando el pelinegro -Sería más fácil si me odiaras –

- Yo nunca voy a dejar de amarte a pesar de todo este dolor – Su rostro salió del pecho de su dulce ojimiel para verle directamente el rostro acompañando sus palabras de una dulce sonrisa, sentir las caricias de sus manos en sus mejillas era todo lo que ella necesitaba para volver a sentirse bien

- Somos un desastre –

- El más extraño de todos – Respondió ella

Se sentaron un rato en el sofá recostados uno del otro, mientras sujetaban sus manos

-La ceremonia comenzara dentro de poco – comento él, bajando la mirada.

- ¿Que tan poco? –

- Cuatro horas – Respondió, volviendo a su estado depresivo

- Entonces ¿por las próximas cuatro horas aun serás soltero? –

Sus miradas volvieron a cruzarse nuevamente ante esa pregunta, la presión en sus pechos crecía a cada segundo y se volvió difícil de soportar después que unieron finalmente sus labios en un beso que no parecía querer terminar rápido, tenían cuatro preciadas horas para amarse por última vez hasta sabrá dios cuando, una última vez para estar juntos, cuatro horas, era tiempo suficiente para dejarse grabado en cada parte de cuerpo el aroma del otro.

Las respiraciones aceleradas contenidas entre las paredes de ese cuarto, las prendas regadas al lado de ese sofá, las caricias que debieron darse en lugar de separarse, los incansables besos y gemidos de placer inundaron el lugar mientras se hacían el amor tantas veces como el tiempo y el cuerpo les permitiese.

Probar su sabor una y otra vez, besar sus delicadas piernas, escucharla gemir su nombre entre los orgasmos que él le generaba mientras le clavaba las uñas en la espalda, morderle el cuello, tocarla y besarla con pasión nuevamente, se aseguró de grabarse cada detalle en la mente para recordar ese bello sentimiento que tenían cuando se unían una y otra vez sin que nada mas les importara, sentir que podían explotar si no se besaban más era un pensamiento frecuente en sus mentes

Él no podía hablar, estaba muy agitado, recién habían terminado de amarse por segunda vez – Te amo – dijo con la respiración entre cortada – Te amo demasiado

-Yo también te amo a ti – Sus cuerpos seguían unidos pero sus labios se habían separado apenas para decirse esas palabras, segundos después los juntaron nuevamente para así poder seguir besándose hasta no poder más.

Después de un rato finalmente estaban exhaustos, decidieron recuperar el aliento acostados uno encima del otro en el sofá, ella apoyada en su pecho mientras el acariciaba su cabello.

UNA HERMOSA CASUALIDAD - ARCO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora