– Judith, tenemos que contarte algo, siéntate –mi madre me señaló el sitio a su lado, a los pies de la cama–.
– Siguen sin encontrarlo, ¿no? –Me senté a su lado, pudiendo pensar solo en mi hermano–.
– No es solo eso –suspiró– le han dado por muerto, cariño –mi madre intentó darme la mano, pero me levanté– ya ha pasado un año, todos estamos intentando seguir con nuestra vida –suspiró– y tú deberías hacer lo mismo, la policía no miente.
– No, solo dan por muerta a una persona que está viva –me crucé de brazos– no me puedo creer que te parezca bien.
Salí lo más rápido que pude de la habitación, después de mi casa, y después de mi calle. Seguí corriendo hasta que no pude más, y acabé llorando en el suelo. No sabía a quién llamar.
Ese recuerdo no paraba de dar vueltas en mi cabeza después de lo que acababa de pasar. No podía creer que me hubiese desviado de mi objetivo así, solo había ido a la academia para reunir información sobre mi hermano y se me había olvidado por completo.
Iba a ser complicado encontrar información que relacionase a mi hermano con los vampiritos, pero esa misma noche iba a explorar la administración entera. No me importaba el miedo que me diera aquel sueño que tuve, o lo que estuviera pasando con los vampiritos. Ahora mismo solo me importa Carlos.
Me fui a dormir después de poner unas alarmas a las cinco de la mañana, no quería ir en un momento en el que me estuviera arriesgando. Solo que en lugar de despertarme la alarma, me despertó el ruido de mi móvil cayendo al suelo, y al abrir los ojos vi a un vampiro ojiazul recogiéndolo para seguir usándolo. Iba a decir algo, pero se dio cuenta de que estaba despierta y desapareció en pocos segundos dejando el móvil en su lugar.
Sabía que había estado metida en mis mensajes, pero era lo máximo que pude averiguar. Cambié mi contraseña y desactivé las opciones de desbloquearlo con la huella o con mi cara.
Una vez en administración, lo puse todo patas arriba para encontrar el mes que mi hermano pasó aquí, mientras yo estaba en otro campamento de verano. “Carlos González, grupo de exploradores”. Busqué al resto de personas que hicieron ese taller y le hice fotos a toda la información que pude encontrar. Una vez que no pude revisar nada más, volví a mi habitación, ahora tenía que leerlo todo a fondo.
– Judith, ¿estás despierta? –Mierda– vas a llegar tarde a clase –¿cuándo me he dormido?– ¿Judith? –Nadia llamó a mi puerta antes de entrar– vamos, vístete.
–Voy –suspiré levantándome de la cama para ponerme la ropa que había preparado para hoy– ¿habéis hecho café por algún casual?
– Está en la mesa –terminó de recoger sus cosas– me voy, que quiero llegar temprano.
No sabía qué me molestaba más, si el hecho de haberme quedado dormida cuando quería estar prestando atención, o que había posibilidades de que llegase tarde a clase teniendo una racha perfecta. No pienso llegar tarde.
Agradecí haber dejado la mochila preparada el día anterior después de organizar los apuntes, cogí la taza de café mientras me ponía los zapatos y salí corriendo. El timbre que indicaba el comienzo de las clases se escuchó nada más sentarme en mi sitio.
– No has tenido más suerte porque no puedes –sonrió la chica que se sentaba a mi lado– eras Judith, ¿no?
– Lo sé, pero lo importante es que he llegado –me aseguré de peinarme bien antes de que empezara la clase oficialmente, con la entrada del profesor– tú eres Gabriela, ¿verdad? –Asintió– ¿qué tal la mañana?
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Sunset Academy
Science FictionJudith había llegado a la academia con la esperanza de encontrar pistas sobre la desaparición de su hermano. Mientras estudiaría la carrera de sus sueños, a lo mejor haría un par de amigas. Lo que no esperaba, fue conocer a seres tan especiales como...