16:: Lluvia

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– ¿Seguro que es buena idea? –Lucas estaba preocupado–.

  – Beber sangre de vampiro para que elimine la radiación de mi cuerpo como hace con el resto, claro que estoy segura –rodé los ojos–. Probablemente no sea buena idea, pero no tengo más opciones y se me acaba el tiempo.

– ¿Sabes las consecuencias que puede tener eso? –Alan volvía a estar cruzado de brazos, cosa bastante graciosa considerando que estaba empapado por la lluvia–.

– En el mejor de los casos acabo normal o drogada, y en el peor, me suicido –mis amigas me miraron confundidas– para convertirme en vampiro.

– No entiendes lo que puede ser eso –Dylan estaba asustado– tu vida cambiaría completamente.

– Mejor que mi vida cambie a que no exista –me encogí de hombros– ya me jodería haber pasado por todo esto para morirme ahora.

– Si está segura no hay mucho que le pueda hacer –Lucas suspiró. Esperó la confirmación de sus amigos, al fin y al cabo me conocían más. Cuando asintieron, dejó caer lo necesario de su sangre en un vaso, antes de dejar su herida cerrarse–.

– No tienes por qué hacerlo ahora si no quieres –Nadia aún estaba intentando procesar la información–.

– Si quieres puedes mezclarlo con algo, tenemos vodka y jag- –interrumpí a Alan cogiendo el vaso, volviendo a apoyarlo notoriamente en la mesa, y bebiendo todo el contenido de golpe– eso también vale –dijo sonriendo, supongo que se había dado cuenta de lo que había hecho–.

– ¿Entonces todo está bien ahora? –Raquel parecía estar esperando a que algo saliera mal–.

– Perfectamente –sonreí, viendo como mi herida comenzaba a desaparecer por fin– ¿ves? Tenía razón.

· Narrado por Alan:

Judith parecía estar mejor. Existía la posibilidad de que mi pensamiento fuese erróneo y la radiación no le funcionase como droga al tener sangre de vampiro en su organismo. Puede que simplemente la eliminase.

Me quedé mirando a la chica, estaba sonriendo junto a sus amigas por algo que había dicho Nadia. Menos mal que está bien. Nunca podría haberme perdonado que muriera tras haberme salvado a mí, literalmente le debía la vida. Ahora estamos en paz.

– Os quiero muchísimo –su voz me sacó de mis pensamientos, parece que al final tengo razón–. Nadia no podría haberme forzado a hablar con peores personas –parecía que le costaba hablar, frunció el ceño. En realidad es divertido–. No, espera. No sois personas –se apoyó en una de las sillas– ni peores. Bueno, se me ha entendido.

– De nada, creo –su amiga sonreía, aunque parecía confundida–.

– Así que dimos tan mala impresión que tuvo que ser forzada a hablar con nosotros –le sonreí a mis amigos– seguro que fue por vosotros.

– No me tientes a hablar de tí –Judith se acercó lentamente, estaba tambaleándose. ¿Debería ofrecerle ayuda?– Con el alcohol me controlo perfectamente, pero ahora siento que puedo escalar el Everest. Y eso no es bueno.

– Adelante –sonreí, gestualizando que siguiera–.

– Como que deberíamos irnos, ¿no? –Nadia se levantó de su lugar, interrumpiendo a la chica que aún me señalaba–.

– ¿A dónde? –la castaña pareció olvidarse de mí–.

– ¿A la habitación? –Raquel se unió a la conversación– quién sabe cómo vas a reaccionar si no puedes controlarte.

Sunset AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora