A la mañana siguiente, me desperté con el sonido de la alarma que puse cuando Alan dijo que se quedaría a dormir. Habían pasado ocho horas desde entonces, y si pasaba más sin comer, tendría algún tipo de problema.
Me giré para despertarle, estaba muy tranquilo durmiendo, parecía estar relajado. Se merece estar así también despierto. Aunque no me quejo de estar en sus brazos ahora mismo, y no solo porque esté cómoda. Parece estar incluso más guapo de lo normal, aunque no sé si por verle de cerca o porque ha descansado.
– Alan –suspiré antes de comenzar a agitar su brazo–. Alan, despierta. Podría caer una bomba a tu lado y seguirías durmiendo, ¿quieres despertarte?
– No quiero –se tapó los ojos con el brazo libre–. Hace años que no dormía así.
– Ya dormirás más tarde, pero deberías de ir a comer algo –tiene una mejilla muy besable–. Hace ocho horas que llegaste a mi casa.
– ¿Te has puesto una alarma? –Estaba sonriendo completamente, no sé sabía era pura felicidad o se estaba riendo de mí–.
– Claro, no quiero averiguar qué puede pasarte sin sangre.
– Pero no quiero moverme –alargó la e–. Estoy muy bien así.
– Y yo también –dejé caer la cabeza sobre su hombro de nuevo–. Venga, mientras me ducho y te espero para irnos a desayunar.
– Es casi la hora de comer –dejó caer el brazo que cubría sus ojos para abrirlos. Eran preciosos, el azul podría ser mi nuevo color favorito–.
– Pues un brunch, que todo son pegas –suspiré, antes de levantarme de la cama–. Tienes que vestirte arreglado, pero tampoco de traje.
– Ya lo sé –suspiró, rodó un par de veces por la cama mientras se quejaba, y por fin se levantó–. Ahora nos vemos.
Después de que saliera de mi habitación, no pude ni empezar a prepararme para la ducha cuando mis amigas aparecieron corriendo y gritando por la puerta.
– Si habláis las dos a la vez no os entiendo.
– ¿Qué hacía Alan en tu habitación? –Raquel me estaba mirando con una cara bastante divertida–. ¿Ha pasado la noche aquí?
– Más o menos –ambas se sorprendieron–.
– ¿Y qué habéis hecho?
– ¡Dormir! Nadia, ¿cómo vamos a hacer otra cosa? En un futuro a lo mejor, pero ahora no, por favor.
– ¿Cómo que en un futuro? –Eso fue lo que pude descifrar entre los gritos de mis amigas–.
– Literalmente no veo el futuro, no puedo saber qué va a pasar –me encogí de hombros mientras preparaba lo que me pondría–. Él es decente, yo soy un ser humano con sentimientos, no sé, quién sabe. Pero por ahora, voy a ducharme.
– Siento que me he perdido una temporada de tu vida –Nadia estaba literalmente boquiabierta–.
– Pues no haberme abandonado –dicho eso, fui a la ducha–.
Claro que no me iban a dejar tener un momento de paz y tranquilidad ni entonces, poco después de empezar a ducharme se abrió la puerta del baño.
– Juro que es solo un momento, pero, ¿merendamos juntas? Y nos cuentas qué te ha dado con Alan –Nadia estaba a mi lado, pero aún así estaba gritando–. Porque eso no nos lo dijiste ayer.
– No lo ví importante, pero vale, como queráis. Ahora, ¿puedo ducharme?
– Claro –Raquel alargó la a–. Después hablamos.
ESTÁS LEYENDO
Sunset Academy
Science-FictionJudith había llegado a la academia con la esperanza de encontrar pistas sobre la desaparición de su hermano. Mientras estudiaría la carrera de sus sueños, a lo mejor haría un par de amigas. Lo que no esperaba, fue conocer a seres tan especiales como...