15:: Vern

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La conversación que los vampiritos tuvieron la noche anterior fue un éxito. Al menos, Dylan solo me contó cosas positivas cuando hablé con él. Teniendo en cuenta la situación de Alan tras hablar, el castaño le convenció de que lo mejor sería que me duchase otro día en su habitación. Sin embargo, en general todo salió bien, y por fin hablaron de lo que debían. 

Me mareé un par de veces más, la pelea del día anterior me dejó más tocada de lo que debería. Desde que había amanecido estaba lloviendo a mares, aunque tampoco podríamos hacer mucho fuera de aquí sin correr peligro. 

Por otro lado, en ese momento estábamos en el comedor de la casa, aunque habíamos retirado el mobiliario. Como acordamos, Nadia y Raquel estaban entrenando. Claro que acababan de empezar, por lo que nos tomaría tiempo. Al menos contaba con la ayuda de Dylan y Lucas. El único que faltaba estaba en su habitación, pero necesitaba ese tiempo a solas.

– ¿Entonces sigue así por la misma mujer? –digamos que Raquel no era la más delicada del mundo–.

– Es mucho más complicado que eso –lancé una de las dagas al centro de la diana– pero lo importante es que ahora van a ser libres, vamos a estar todos seguros y los tres podrán hacer lo que quieran con sus vidas.

– No sé cómo piensas hacerlo, aunque teniendo en cuenta que tampoco sé cuál es el problema, es normal –Nadia seguía intentando darle al centro a la diana, aunque había mejorado desde esta mañana. Al menos la daga ya no rebotaba hacia ella– y no te preocupes, sé que es por nuestra seguridad y bla bla bla.

– Lo entenderéis cuando os lo pueda contar –suspiré, viendo que había llegado la hora de cambiar de actividad–. Vale, ponéos cada una con un vampirito, vais a pelear. Es bastante simple, saben lo que tienen que hacer. Voy a beber agua –prácticamente salí corriendo a la cocina, necesitaba sentarme–. 

No solo estaba mareada, también tenía fatiga y veía algo borroso. Eso sumado al dolor de cabeza que llevaba varios días acompañándome. Ojalá ser un vampiro ahora mismo, esto sería mucho más fácil.

– ¿Qué te ha pasado ahí? –Fue lo primero que Dylan dijo cuando pude volver con ellos–.

– ¿El qué? –Señaló mi brazo bueno, donde ví que tenía un pequeño bulto y la zona enrojecida– pues no lo sé, me habrá picado un mosquito o algo.

– ¿Tú no vas a entrenar? –Raquel cambió el tema de conversación–.

– A mí no me hace falta –le guiñé un ojo–.

En realidad sentía que si entrenaba ahora mismo iba a acabar en el suelo, además de que ya lo había hecho el día anterior con Alan. Más o menos.

Estuve un rato dirigiéndoles y dando consejos, aprovechando que me encontraba algo mejor. Claro que mantenerme bien era mucho pedir, y la habitación volvió a darme vueltas. Sentí como volvía a palidecer, y sabía que si no hacía nada en cualquier momento estaría en el suelo. Intenté agarrarme a la pared. No salió bien.

– ¿Judith? ¿Estás bien? –Dylan se estaba acercando a mí–.

Lo último que escuché antes de que todo se volviera negro, fue el sonido de una puerta abriéndose. 

– ¿Seguro que no ha sido cosa vuestra entonces?

– Repito que solo estábamos entrenando como nos dijo.

Un conjunto de voces me ayudó a recordar dónde estaba. Eran Alan y Nadia, ambos alterados. Podía escuchar la lluvia dando con la ventana de fondo. Al parecer, me habían movido al sofá, estaba bastante más cómoda y con los pies más altos que mi cabeza.

Sunset AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora