Estaba en la biblioteca, estudiando gracias a los apuntes que me había pasado Gabriela y los cuatro días casi sin hacer otra cosa que ponerme al día cuando me reincorporé. Conseguí compensar todas las clases que había perdido. Aunque hablé con Sergio, no había ido a las audiciones, y faltando como entonces lo estaba haciendo, no podría comprometerme a un papel mínimamente principal en la obra. Expliqué que tenía muchos problemas familiares y acordamos en que tendría un papel más mediano. Lo que sea que le diera conmigo el primer día a estas alturas había desaparecido.
Había pasado casi un mes, pero la espalda seguía doliéndome bastante. Miré la hora y aún me quedaban dos más para la siguiente medicina. Por suerte la mayoría de las heridas ya casi habían desaparecido. Las de la cara podía taparlas con maquillaje, aunque cada vez era menos necesario.
Ahora lo más preocupante además de la espalda era mi muñeca vendada, pero al menos no era mi mano dominante, por lo que podía seguir estudiando. La primera vez que desayuné con Gabriela dije que me había caído jugando con un primo pequeño. Me gustaba tenerla como amiga. Estaba conociendo a alguien, por lo que me contó parecía buena persona.
No he vuelto a tener ningún sueño, pero Alan sigue durmiendo conmigo. Solo por si acaso. Y porque si no lo hacemos, acabamos buscándonos en medio de la noche. Y porque estamos más cómodos con el otro. Y porque me siento más segura. Supongo que simplemente me gusta dormir con él. Además, así sé que está bien.
No hemos vuelto a saber de Raquel y Lucas, y en parte me alegro. Alan me explicó que volvió tan mal de aquella pelea porque usar habilidades como la supervelocidad de día, gasta mucha más energía que cualquier otra cosa, es bastante peligroso. Prometió que no volvería a hacerlo si no era necesario.
Estamos muy tranquilos ahora, los dos pasan casi todo el día en nuestro apartamento, y yo no puedo poner ninguna queja. Salvo mi dolor de espalda, pero tampoco es suficiente como para beber sangre otra vez. Por suerte los tres están bien, y eso es lo que me importa.
Por otro lado, no sé cómo seguir investigando sobre mi hermano, o si quiero hacerlo. Hay algo en su relación con Carla que no termina de cuadrarme, pero no sé qué es aún.
Mierda, se supone que estaba estudiando.
Volví a concentrarme un rato, hasta que apareció un vaso de mi café favorito delante mía. Sonreí sabiendo que Alan estaría sentándose a mi lado. Bebí un poco y leí la última frase antes de girarme.
-- ¿Cómo vas? --Se acercó a mí susurrando, no queríamos molestar a los pocos que había por esta zona--.
-- Estudiando a mi amigo Arlequín --sonreí--. Bien, es solo estudiar, ya terminé las tareas hace rato y los trabajos los hago cuando los mandan. ¿Tú qué tal?
-- Eso no vale, lo haces a propósito para dejarnos mal al resto --estaba sacando sus cosas--. Nunca voy a entender por qué me han puesto una sola clase por la tarde, pero al menos hoy ha sido interesante.
-- Me alegro, te quedas estudiando, ¿no? --Miré mis apuntes unos segundos antes de girarme a mi amigo--.
-- Claro, no te preocupes, nos quedamos hasta que cierren --asentí sonriendo--. ¿Cómo está tu espalda?
-- No noto diferencia, como siempre --me encogí de hombros--. Pero no te preocupes, estoy acostumbrada a tener contracturas y esto no es muy diferente.
-- Lo que tú digas --comenzó a estudiar también--.
Efectivamente, nos quedamos hasta que cerró la biblioteca. Aunque no pude evitar desconcentrarme durante la última media hora, podía ver como Alan cada vez estaba más agobiado. No paraba de buscar cosas en sus apuntes, libros, e Internet.
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Sunset Academy
Science FictionJudith había llegado a la academia con la esperanza de encontrar pistas sobre la desaparición de su hermano. Mientras estudiaría la carrera de sus sueños, a lo mejor haría un par de amigas. Lo que no esperaba, fue conocer a seres tan especiales como...