23:: Motel

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Y así fue. Preparamos lo mínimo para el viaje y nos fuimos sin avisar a nadie. Incluso busqué el motel por  todas las páginas posibles en Internet, pero parecía no existir. Apenas llevábamos quince minutos de viaje, cuando la voz de Alan interrumpió la radio.

– No soy drogadicto –¿qué?–. He visto la forma en la que me miras desde lo que pasó en Vampitown, y no lo soy. 

– No digo que lo seas, pero tus amigos parecían estar muy acostumbrados a la situación. –Al parecer la conversación va a ser ahora–.

– Porque he tenido mis momentos, son muchos años, Judith –agarró con más fuerza el volante–. Siento que tuvieras que verlo, pero esa noche fue un acontecimiento tras otro, y sabes que en esa ciudad no te puedes negar así como así.

– Y es una forma fácil de escapar de la realidad en lugar de enfrentarte a ella, ¿no?

– Claro que lo es –parecía frustrado–. Lo siento, pero no es como si fueras perfecta, seguro que lo has hecho alguna vez.

– Como todo el mundo, y no te estoy acusando –me crucé de brazos–. De hecho, has sacado el tema tú. Solo quería saber por qué lo hacías y si estabas bien.

– Últimamente te preocupas mucho por mi seguridad, ¿no? –Apartó la vista de la carretera unos segundos para mirarme a los ojos, estaba sonriendo–.

– Habló el que está preparado para colarse en mi casa solo porque tengo una pesadilla –sonreí tras notar como se tensaba, aunque fuese mínimamente–.

– Eso es diferente.

– ¿Diferente cómo?

– ¿Cómo quieres que duerma sabiendo que puedes estar pasándolo mal por algo que no puedes controlar? Cuando te levantas el corazón parece que se te va a salir del pecho.

– Ya lo sé, es mío –intenté reprimir una sonrisa–. Gracias, supongo. Pero que conste que yo no te he pedido nada.

– No hace falta.

Volvimos a un cómodo silencio en el que me tomé el primer café de la noche. Pasamos por un par de moteles, pero ninguno era como el de mi sueño. Antes de volver a escuchar la radio, el ojiazul volvió a interrumpir el silencio.

– ¿Puedo hacerte una pregunta?

– Ya la estás haciendo, pero sí, lo que sea.

– ¿Sabes qué le pasó a tu hermano? Me refiero a con exactitud.

Eso no me lo esperaba.

– Sigue bajo investigación, sabes lo que puedes saber. Un día desapareció y no se sabe nada más.

– Vale, podemos hablar de él cuando estés lista. Y sabes que lo siento mucho.

– Igual que yo siento toda la situación con tu familia –suspiré, poniéndome cómoda en el asiento–. ¿Tú estás listo para hablar de ellos?

– Solo voy a decir que a mis hermanas les hubiese encantado conocerte–sonrió–. Eran unos años más pequeñas que yo, gemelas.

– Seguro que eran un amor –sabía que no podía mirarme, pero una pequeña caricia en el hombro serviría lo mismo que una sonrisa–. Ya me hablarás de ellas, no te preocupes.

No sabía que tenía hermanas. Por si su historia no fuera lo suficientemente triste, también carga con eso. Es una persona bastante fuerte, a decir verdad. Aunque eso ya lo sabíamos. Lo que no me puedo creer es que todo este plan de pasar la noche conduciendo y buscando el motel de mis sueños –literalmente– haya sido su idea. No creo que nadie más hubiese hecho eso, hay que reconocerlo.

Sunset Academy [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora