Capitulo 23

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Llegaron al área, Sebastián y Rafaela querían que sus papás fueran los primeros en entrar para hacer el primer contacto. Ari y Temo se colocaron una bata azul, gorro, cubrebocas y guantes. Los nervios estaban a flor de piel, ambos se miraron y Ari se agachó para darle un beso.

-¿Estás listo?- preguntó Ari.
-Si Tahi- dijo Temo.

Entraron y de inmediato se les formó un nudo en la garganta, por primera vez vieron a su bebé. Se acercaron a la incubadora y las lágrimas comenzaron a derramarse, Matías estaba muy pequeño pero era muy hermoso como habían dicho sus abuelos y hermanos. Ambos colocaron una de sus manos en el plástico que cubría al bebé y las sonrisas aparecieron.

-Matías, mi niño- decía Temo entre lágrimas de alegría.
-Hola pequeño, somos tus papás- dijo Ari sonriendo-. Te vas a poner bien, lo sabemos porque tu papito y yo te vamos a cuidar y amar demasiado.
-Así es mi amor, vamos a estar a tu lado el tiempo que sea necesario. Ay Tahi, lo veo tan indefenso y me siento impotente que no sé qué hacer para que mejore.
-Mi amor, estamos a su lado dándole todo nuestro amor y esa será la fuerza para que nuestro bebito se recupere pronto.

Ambos no dejaban de mirar a su bebé y de decirle palabras bonitas que sabían que le darían muchas fuerzas. Una enfermera entró y al acercarse a los aparatos hizo unas anotaciones, sonrió al ver a la pareja junto a su bebé.

-Pueden tocarlo sin ningún problema- dijo la enfermera-. Así su bebé puede sentir el amor de ambos.
-Gracias señorita- dijeron ambos felices al escuchar eso.

Abrieron las pequeñas ventanillas de la incubadora y metieron sus manos para acariciar a su bebé. Los sentimientos eran indescriptibles pero la felicidad no les cabía en el pecho ante esa sensación. El bebé tuvo un reflejo y tomó el dedo de Ari.

-¡Mira Tahi, tomó mi dedo!- dijo Ari emocionado.
-Si Tahi, él sabe que estamos a su lado- dijo Temo sonriendo-. Ay Ari, yo no me quiero separar de él, aquí voy a estar.
-No lo haremos, así pasemos la noche en vela de aquí no nos movemos.

Entrelazaron sus manos y Ari se sentó en un banco abrazando a Temo.

Sebastián y Rafaela miraban aquella linda escena, sabían que sus papás serían la fortaleza para su hermanito. Un ruido provino de sus estómagos, eso significaba que ya tenían hambre. Les hicieron una seña a sus padres de que irían a desayunar algo y regresarían más tarde.

En la cafetería, los mellizos ya habían comprado algo para comer y se sentaron en una mesa, comían con pocas ganas.

-Me da tristeza ver a Matías en esa situación- dijo Sebastián algo triste-. No sé cuánto tiempo estará aquí.
-Recuerda que en la escuela nos explicaron que un bebé prematuro requiere de muchos cuidados- dijo Rafaela tomando la mano de su hermano-. Pero nosotros también debemos poner nuestro granito de arena.
-¿A qué te refieres?
-No sabemos cuánto tiempo nuestro hermanito estará aquí y nuestros papás no descansarán mucho, nosotros no podemos faltar mucho a la escuela.
-Ya sé a lo que vas, pero tienes razón. Todos debemos seguir con nuestras vidas laborales y académicas.
-Lo hablamos más tarde con nuestros padres.

Continuaron pasando el rato platicando y riendo de cualquier cosa que se les ocurriera, solo querían distraerse un momento de todo lo que estaban pasando.

Ya había pasado un rato de que estuvieron en la cafetería, Sebastián y Rafaela estaban callados, no podían pensar en nada más que en su hermanito. Salieron de sus pensamientos cuando sintieron un beso en sus mejillas y sonrieron al ver que era su papá Ari.

-Mis niños, llevo rato buscándolos- dijo Ari-. No recordaba que habían venido a comer.
-Si- dijo Rafaela-. ¿Qué pasa, papá? ¿Todo bien?
-Si, su tío Robert ya nos autorizó para que entren a ver a su hermanito y probablemente hoy te den de alta, hijo.

Los jóvenes se sintieron emocionados y se fueron con su papá para estar junto a Matías.

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