Capítulo XXII: Detrás de la puerta

1K 137 19
                                    


Capítulo XXII

Pasaron unas cuantas horas y Hoyt simplemente no regresaba. El sueño te consumía poco a poco pero la alerta no te dejaba cerrar los ojos por completo. Thomas estuvo deambulando por la habitación un rato, recuperó su máscara aunque no la usó de nuevo afortunadamente, pero la observaba con mucho detenimiento. Al principio estuvo de pie hasta que incluso para él fue demasiado y tuvo que sentarse en la orilla de la cama dándote la espalda.

Una parte de ti quería que se echara a tu lado pero la otra, la parte más cuerda te decía que no era buena idea de momento, querías que regresara aquella cercanía que habían perdido pero preferías que fuese gradualmente antes de que cualquiera de los dos tomara decisiones apresuradas. Habían dado un paso significativo, no valía la pena ser imprudentes y menos en esa situación literalmente tan arriesgada.

A pesar del sueño comenzaste a preocuparte por Hoyt, no creías que pudiera dejarlos solos tanto tiempo conociendo los riesgos de ello, quizá algo malo había ocurrido. Temiste que una situación inesperada lo hubiera retenido en el banco, un accidente de auto, policías armados, cualquier cosa parecía posible cuando se hablaba de él.

Tenías la sensación de que Thomas también estaba preocupado por lo mismo, no dejaba de arrancarse los trocitos de cutícula de los dedos y su rodilla no paraba de moverse.

Te incorporaste en la cama para alcanzarlo en la orilla y volviste a darle dos palmaditas en el brazo, se giró para mirarte y la frustración en su rostro era casi palpable. Cierto era que estaba preocupado pero no por su tío, sino por ti.

Al estar tanto tiempo en esa habitación tan agradable se había percatado cada vez más y más de las cosas que los diferenciaban como personas, lo lógico era que prefirieras vivir ahí antes que estar con él donde corrías peligro.

Alzó su brazo a la altura de tu rostro y te dejaste acariciar suavemente hasta que su mano bajó hasta tu cuello. Por puro reflejo te apartaste unos centímetros pero no escapaste de su toque, su pulgar tentó el moretón que ya había comenzado a tomar tonos amarillentos. Su suave caricia simulaba el momento en que limpiaste su rostro con tal delicadeza que se convirtió en una memoria grata difícil de olvidar. Intentaba disculparse y curarte, aunque sabía que nunca sería suficiente. Incluso si llegabas a decirlo en voz alta no se sentiría digno del perdón a menos que hiciera algo tan grande por ti.

Tal vez si dejaba que regresaras a tu antigua vida, si te quedabas ahí sería lo mejor para ti y podrías darle tu perdón más sincero. Pero no podía soportarlo, pese a todo seguía teniendo ese sentimiento de posesividad y aunque sus pensamientos intentaban ser lógicos no podía ni considerarlo como una posibilidad real. Se sentía avergonzado por ello pero si en tu cabeza existía ese deseo tenía que persuadirte de olvidarlo.

No sabía cómo funcionaba tener a una persona a su lado, se habían besado, lo habías dejado tomarte, solías encargarte del hogar mientras él proveía, iban a tener un hijo juntos. Eso era lo que significaba un matrimonio o una familia en su limitada concepción y ahora todo estaba fragmentado en gran parte por culpa suya, no encontraba la manera de remediarlo entre tantos pensamientos que cruzaban una y otra vez por su mente sin poder externar ni uno solo.

Se acercó un poco más, se bajó la mascarilla hasta el mentón dejándote verlo de nuevo en todo su esplendor, incluso con esas heridas y el cabello enredado parecía un hombre mucho más civilizado que en definitiva inspiraba mayor confianza. Luego plantó un pequeño beso en tu hombro, después uno más en tu cuello y ahora sin la máscara puesta podía disfrutar mucho más de tú aroma natural, lo embriagabas eso era seguro y estaba en total disposición de dejarse intoxicar por ti.

Walk in the sun once more (Thomas Hewitt X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora