Capítulo XIII: ...there's no sun up in the sky...

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Capitulo XIII

De la cocina emanaba un agradable aroma dulzón que envolvía todo el piso de abajo, amabas esas pocas veces en que Luda Mae preparaba postres, últimamente solo tenías que decirle sobre tus antojos y te preparaba casi todo lo que querías. Siempre y cuando hubiese ingredientes en la alacena pero igual era maravilloso.

Pero ese día era diferente porque se encontraban ustedes dos compartiendo la mesa con tres miembros más de la familia de los cuales no tenías ni la más mínima idea de su existencia. Kathy y su hija Henrietta que a su vez llevaba en brazos a su bebé que lloraba sin parar.

Kathy era una mujer adulta con complexión obesa pero su rostro era el de una madre muy cariñosa y tierna, de hecho parecía serlo y amaba los postres de Luda. Se presentó contigo de una manera muy amable y te felicitó continuamente por el nuevo miembro de la familia que estaba por llegar.

Por otra parte, Henrietta debía tener tu edad aproximadamente, pero parecía perturbada y nerviosa todo el tiempo. No era poco, ya que con ese bebé tan llorón era lógico estar tan cansada, aun así podías ver un indicio de envidia cada vez que te volteaba a ver la barriga, casi como si deseara estar embarazada de nuevo. Aún así, no lo externó jamás y se comportó muy amable contigo.

Lo que si se dignó a externar fueron comentarios muy poco prudentes sobre tu relación con Thomas, no parecía decirlos en son de molestarte pero en definitiva lo hizo.

—Solo digo que, me parece extraordinario que pudieras controlar a alguien como mi primo. Siempre me pareció muy errático.— Señaló. Las mujeres adultas hablaban e intercambiaban recetas de cocina mientras ustedes dos se quedaron en el otro extremo de la mesa.

—¿Errático? ¿A qué te refieres?

—Nunca fue demasiado hablador y tenía esa tendencia por despellejar animales, o eso que se hacía en la cara... — Se encogió de hombros mientras bebía un sorbo de té, su niño no dejaba de llorar y se aferraba con fuerza a ella.

— ¿Qué cosa se hacía en la cara?— Preguntaste con genuina curiosidad en voz lo suficientemente alta para que se escuchara por encima de los llantos. Henrietta parecía intrigada por tu reacción, como si realmente esperase que lo supieras ya.

Pero antes de que pudiese contestar mamá interrumpió, quitándole al bebé de los brazos para mecerlo en los propios.

—Henrietta, no puedes dejar que siga llorando así todo el tiempo. ¿No has podido conseguir la formula?— La mujer joven negó con visible vergüenza y Luda Mae rodó los ojos en desaprobación, a veces era muy estricta y esperabas que no lo fuese tanto contigo en algunos meses.

— ¿Ya no lo amamantas? — Preguntaste con ingenuidad. Ella y mamá se vieron con cierta incomodidad, y sinceramente Kathy parecía bastante perdida en sus propios pensamientos mientras disfrutaba de los postres.

—No, yo no pude hacerlo...— Contestó finalmente, se acomodó el suéter y cruzó los brazos por encima de su pecho.

La miraste de pies a cabeza y pensaste que esa mujer tan delgada tenia pocos rasgos de haber parido, aunque no todas las mujeres experimentaban el embarazo de la misma manera por lo que decidiste no juzgar. Incluso por tu mente pasó la idea de ayudarla un poco amamantando a su bebé, después de todo ya producías leche pero más que nada querías que ya se callara.

No obstante, mamá pareció entender tus pensamientos a través de tus expresiones y te lo prohibió. Supuestamente la primera leche siempre debe ser para el recién nacido para mejorar sus defensas y no valía la pena desperdiciarla.

Walk in the sun once more (Thomas Hewitt X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora