Capítulo XII:
Al inicio del embarazo estabas escéptica, pues no presentabas muchos síntomas salvo los antojos que se basaban principalmente en los alimentos cuestionables de la familia. Pensabas que pudo haber sido un error de aquella prueba de embarazo tan arcaica hasta que tu vientre comenzó a abultarse.
¿Alguna vez te habías imaginado la sensación de estar gestando una vida en tu interior? No realmente, y cada cosa nueva que le ocurría a tu cuerpo era por si misma fascinante.
Sin contar por supuesto con todo a tu alrededor, tal como era de esperarse te convertiste en la consentida de la casa, mamá ya no te ponía tareas tan pesadas aunque seguías haciendo el trabajo de "mujer", como lavar la ropa o ayudarle con la comida.
Debido a esto, Thomas comenzaba a ser más cuidadoso a la hora de trabajar, intentaba mantenerse lo más limpio posible con tal de no hacerte batallar tanto y mantenía a cualquier victima lejos de ti. De cualquier manera te habías hecho frívola respecto al tema, lo tenías tan normalizado en ese momento que no te importaba en lo más mínimo escuchar los gritos de auxilio siempre y cuando fuesen de lejos.
Lo que si te importaba y te hacía hervir la sangre era cuando esos pobres desgraciados insultaban a Thomas de las peores formas posibles, llamándole "monstruo", "animal" o "bestia". Deseabas salir y partirles la cara tu misma, aunado a esos cambios hormonales que te ponían de malas con mucha más fuerza.
Por otra parte, habían continuado con las noches apasionadas hasta que se notó la prominencia de tu barriga y ahora prefería no hacerlo, no es que no quisiera pero tenía miedo de dañar al bebé. Sobre todo después de que mamá le metiera ideas sobre lo peligroso que era.
Eso era demasiado triste porque tus hormonas estaban tan enloquecidas que lo deseabas más ahora. Y aunque hacías de todo para provocarlo, te dabas cuenta del exceso de autocontrol que tenía, incluso a veces se iba de la habitación con tal de no seguirte deseando como un pecador, porque tu cuerpo era más irresistible para él en ese estado.
Los vestidos te quedaban increíblemente preciosos ahora que se te habían ensanchado las caderas, tus pechos crecieron y a veces humedecían tu ropa con las primeras gotas de calostro, la idea de que estuvieras así por su culpa era insoportable. Simplemente no podía estar demasiado tiempo cerca de ti sin desearte con fervor y tú ya estabas harta de que no te tocara.
A veces mamá dejaba de trabajar para cuidarte durante las tardes por lo que pasaban menos tiempo a solas, pero la convenciste de que por ahora era demasiado pronto para preocuparse por eso.
Te habían acomodado una silla en la entrada de la casa para que continuaras con tu agradable rutina de ver los atardeceres sin tener que agacharte hasta sentarte en las escaleras, aunque de momento no era tan necesario ya que no pasabas de los cinco meses todavía.
Tenías mucho calor y no precisamente por el sol, Luda también te había prohibido cruzar las piernas porque podía ser perjudicial para el bebé. Lo cual era una tontería para ti pero sus creencias casi eran ley en esa casa.
Los gritos habían cesado en el sótano, solo podías escuchar el golpeteo del cuchillo contra la madera. Probablemente estaría cortando la carne y no sabías cuanto iba a tardar.
Tenías ganas de bajar hasta allá y ver qué estaba haciendo, si ya había terminado podrías persuadirlo de ayudarte a liberar tensión. Después de todo era más peligroso estresarse o tensarse para el bebé que cruzar las piernas, ¿no?
"¡Crag! ¡Crag!"
El cuchillo resonó otro par de veces mientras más te acercabas a la puerta metálica del oscuro sótano, estaba entreabierta y podías ver la alta figura masculina envolviendo la carne en papel de carnicero.
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Walk in the sun once more (Thomas Hewitt X Reader)
Hayran KurguEres una abogada en un mundo donde los hombres tienen el control, las mujeres que ejercen aun son pocas y los abogados del bufete donde trabajas te envían a ti sola a una diligencia rumbo al Condado de Travis, Texas. Para tu suerte tienes un amigo...