Capítulo XXXIII: Ese tipo de amor

957 95 20
                                    


Capítulo XXXIII

Cerraste los ojos y te concentraste en la respiración de Thomas, te hacía sentir tranquila y segura, sus brazos fuertes sosteniéndote en un abrazo ansioso por hacerte la mujer más feliz del mundo. Una mujer que por fin era libre de sus propios pensamientos.

Te llevó hasta el granero, ya había algunos animales por ahí sueltos pero no importaba ya que no podían ir a la habitación porque tenías demasiada sangre propia y ajena.

De un empujón con la bota mandó a volar una gallina que estorbaba justo a su paso, luego te bajó y cuando tus pies tocaron el suelo casi pierdes el equilibrio de lo irreal que se sentía, aun estabas temblando pero era más el deseo que tenías por cumplir como era debido. Comenzó a desabrocharse la camisa con la intención de ponerla en el suelo y que el heno no te picara pero no tenían más tiempo.

—No importa, así está bien—Murmuraste mientras tirabas de su corbata para que se encorvara y poder alcanzarlo. Te ayudó a quitarle la mascarilla y luego lo besaste con fogosidad.

Poco a poco fueron bajando hasta terminar tumbados en el suelo, los besos y caricias continuaron unos minutos más. No necesitabas preparación, ya estabas lista para recibirlo, sin embargo, aunque se conocían mejor que bien. Se tocaron el uno al otro como si fueran nuevos en ello y muy pronto los besos comenzaron a tener un gusto amargo como al metal característico de la sangre, dejando atrás el lejano sabor del desayuno.

Sus labios se acercaron a tu cuello dejando breves besos que junto a su lengua, ayudaron a limpiar algunas gotas del vital carmesí que habían llegado hasta ahí. Sus manos se pasearon por todo tu cuerpo evitando cautelosamente tu abdomen pero prestando atención total a los lugares sensibles y aquellos donde sabía perfectamente que te gustaba ser acariciada.

Sus dedos sondearon a ciegas por debajo de tu ropa interior, primero como si no supiera lo que estaba haciendo, claramente lo sabía pero estaba consciente de que hacerte esperar un poco siempre era mejor para el final. El dedo medio trazó una línea por toda la extensión, trebejando en la entrada sin introducirlo más allá de un par de centímetros, solo para ver esa expresión suplicante en tu rostro que no podía soportarlo ni un minuto más.

Aquello envió una señal nerviosa que acumuló la sangre en otras partes, ahora en su propio cuerpo y también sintió rápidamente la necesidad de liberarse. Tras esperar unos minutos volvió a besarte y tus gemidos contenidos inundaron su boca para forzarlo a dejar de torturarte con la espera.

Y el mensaje fue bien recibido, sin parar de mirarte a los ojos bajó una mano hasta que alcanzaste a escuchar el tintineo de la hebilla en su cinturón. La emoción te recorrió las entrañas e instintivamente separaste las piernas para luego ser asistida a quitarte la ropa interior.

No fue necesario remover toda la ropa aunque resultó incómodo entre la mugre, el sudor y la sangre pero de cierta manera fue una experiencia emocionante. Explorar aquellos escenarios que Hayden nunca se habría atrevido a experimentar, aquellos olores y sabores que no podían mezclarse en una situación cotidiana y que resultaba hasta incivilizado.

Pues si así era no te importaba. Porque cada roce de sus pieles húmedas era todo lo que necesitabas en ese momento, era la conexión especial que tenían juntos. Ese era su momento y de nadie más.

Mientras los besos continuaban lo sentiste posicionarse en tu entrada, hizo varios intentos sin mirar hasta que por fin lo logró. Se echó una de tus piernas al hombro y te sostuvo con un brazo para tomar impulso.

Cada centímetro te estiraba con desbordante placer, era un ardor agradable del que nunca era suficiente. Echaste la cabeza hacía atrás hasta que estuvo completamente dentro, cada uno de tus sentidos se agudizó dejándote escuchar los embriagantes jadeos de Thomas cuando comenzó a moverse por fin. Primero con lentitud y una delicadeza admirables para un hombre de su tamaño y carácter.

Walk in the sun once more (Thomas Hewitt X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora