XVII

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Hiyoko caminaba por los pasillos con una frustración visible mientras que su mejor amiga (desde incluso antes de su transferencia) caminaba unos pasos detrás suyo con una mirada perdida. Ella era consciente de lo que la rubia hacía, le había confesado todo desde el momento en que la idea llegó a su cabeza y, por supuesto, ella no aprobaba su comportamiento, pero tampoco se atrevía a decir nada. No quería fastidiar a su amiga, pero tener en la consciencia que lo que hacía estaba mal le estaba carcomiendo. Estaba dejando que estropearse la relación entre dos personas solo por su propio capricho y las víctimas de su maldad no lo merecían. Mientras Hiyoko continuaba mirando a cada cara que se le presentaba en aquel pasillo, su acompañante meditaba el qué hacer a continuación. Tal vez podría intentar hacer que cambiase de parecer, tarde o temprano sus propias acciones le harían mal y lo sabía.

-Hiyoko, deberíamos volver al salón. Las clases comenzarán pronto. _comentó la fémina. La nombrada se detuvo y le miró con una leve nueva de fastidió al saber que tenía la razón. Suponía que su búsqueda tendría un alto por el momento_

-Bien, Mikan. Vayamos a asistir a las aburridas clases.

-Yoko, buenos días. _le saludaron algunas chicas que iban de paso y la expresión de la rubia cambió radicalmente para ofrecer una sonrisa encantadora_

-Buenos días. _respondió al saludo y esperó unos segundos antes de tomar la mano de Mikan, con algo más de fuerza de lo que a la pobre chica de hebras morado oscuro le gustaría, y le arrastró al salón de clases_

Lo mismo se repitió en el recreo, e incluso antes de la salida. Hiyoko continuaba buscando a cierto peliverde con un desespero notable y a Mikan no le gustaba nada. Pero para la gran decepción de la misma, terminó encontrándole justo en la salida mientras hablaba con sus mejores amigos. Kaede se veía más contenta que de costumbre y Kaito palmeaba su hombro con orgullo y una sonrisa reconfortante. Antes de que Mikan pudiese detenerla, Hiyoko corrió a su dirección. La pelimorado solo pudo negar silenciosamente y con decepción de sí misma al no hablar claro y directo con su amiga, y solo observó desde la distancia cómo está comenzaba una conversación con el trío de amigos, antes de que Kaede se marchasen con prisas (extrañamente) y Kaito se despidiese con una sonrisa en el rostro. Ambas acciones confundieron un tanto a Hiyoko, ¿pero qué más le daba? Ahora podría hablar largo y tendido con Rantaro sin que su atención se desviaste a otra persona.

-Bueno, Rantaro. ¿Nos vamos? Hoy también tenemos una sesión de matching y...

-Sobre eso, Hiyoko. Voy a dejarlo. _habló el chico, siendo totalmente directo. La rubia enmudeció por unos instantes antes de mirarle con confusión_

-Ah, ¿qué? Espero, ¿lo estás dejando? ¿Por qué? Creía que te gustaba lo que hacías.

-Nunca me interesó la idea de ser un modelo juvenil, además, a causa de eso me distancié de mi pareja y mis amistades. Les ocasioné problemas. Ellos me.importan, y si hacer esto les hace sentir mal, no vale la pena seguir. Lo siento mucho, espero que pronto encuentren a alguien que te ayude con tus sesiones. _se explicó, antes de emprender su camino a casa como si nada hubiese pasado_

Pues sí, mucho había pasado. Después de hablar seriamente con Miu, Rantaro buscó a ___ por toda la escuela y las calles cercanas, pero no le encontró. Tampoco estaba en su casa y su madre no sabía qué se había saltado las clases ese día. Sorpresivamente, le encontró caminando desganadamente cuando estaba por alejarse de su casa y usar su móvil para hacerle una llamada. Se le veía en la cara que había estado llorando por largo rato y no parecía tener intenciones de tomar clases ese día. Pero lo que peor le sentó fue la mirada vacía que le dirigió cuando supo de su presencia. Tuvo muchos problemas para hablarle debido a que intentaba evitarle constantemente, como si de repente tuviese prisa, y es que ella no quería que supiera que la pulsera que le había sido obsequiada se había roto por un descuido. Le gustaba mucho esa pulsera, e incluso él tenía una a juego, pero no quería que viese el desastre al que había sido reducida. ¿Qué iba a pensar de ella? ¿No apreciaba lo que se le obsequiaban? ¿Que no significaba absolutamente nada para ella? ¿Que solo era un objeto reemplazable? No, no, y absolutamente no, esas eran sus respuestas a sus propias preguntas. Para su desgracia, Rantaro no era idiota y fácilmente notó la ausencia de la pulsera en su muñeca, solo para encontrarla totalmente destrozada en sus manos. Ya no sabía si estuvo llorando por su relación medio destruida o por la pulsera rota, pero en cualquier caso, apreciaba el gesto. Saber que le importaba era suficiente y le perdonó rápidamente por ello, para el gran alivio de la peli___. Ya tendría tiempo de repararla.

Para el día siguiente todo estaba perfectamente entre ellos, después de una larga conversación en las cuales cada quien explicó su versión de la historia, todo quedó resuelto. Sin dudas era mucho más fácil atender a razones y comunicarse cuando algo no iba bien en lugar de evitarse mutuamente o aplazar el problema.

-Ya veo, es mejor así. Las cosas estaban incómodas entre ustedes. _comentó Kaede una vez su amiga le contó lo ocurrido. La rubia sonreía tan ampliamente que tanto ella como Miu se cuestionaban si le dolían o no las mejillas_ ¡Ahora podremos ir a por esos pasteles, ¿verdad?! _cuestionó con ilusión visible en sus ojos_

-Ay, Kaede... Vas a rodar como una bola cuando tengas 30 años. _se burló Miu_

-¡Tengo 17, ¿bien?!

-No te falta mucho.

-¡Miu!

-Es la verdad. _rió, Kaede infló sus mejillas con "molestia" y ___ acompañó a Miu en las risas. Era agradable volver a tener conversaciones como aquellas con sus amigas. Las estuvo evitando por un tiempo y les tuvo preocupadas, no lo merecían, así que debía compensar el tiempo perdido_ Además, ___ tiene turno en su trabajo.

-¡Ah, es verdad! Lo olvidé por completo. Pues entonces... Iremos mañana.

-Mañana también trabaja.

-¡Pues el día siguiente!

-Está bien, Kaede. Puedo pedir un cambio de turno mañana.

-¡Perfecto!

-No deberías consentirla tanto, ___. También vas a rodar. _se burló Miu nuevamente y las tres rieron por lo bajo_

Esa fue una imagen que a cierta rubia no le gustó demasiado. Por esa chica, nuevamente, su pequeño capricho fue frustrado. ¿Qué tenía ella que le faltase? No era nada especial, demasiado simple para llamar la atención en algo. ¿De donde venía la envidia que sentía si la contraria no tenía absolutamente nada que ella quisiera? Ella era famosa, atractiva, con una vida llena de lujos. Cualquiera sería feliz con solo recibir una mirada suya, podría tener amigos donde los quisiera y cuando los quisiera con solo mencionarlo. ¿Qué envidiaba entonces? Oh, claro, por poco olvidaba que el chico que le gustaba desde ya hacía años la prefirió a ella en su lugar. Prefirió a una chica simple y nada especial antes que a una modelo juvenil, bella y perfecta. Increíble. Estuvo a muy poco de lograr lo que quería, y sin embargo, a última hora todo se echa a perder. Pues no habría de otra.

Hiyoko dirigió una mirada de desprecio al trío de amigas que continuaba conversando animadamente antes de seguir su camino con una mueca de enojo. Mikan analizó sus breves acciones antes de mirar en la misma dirección en que su amiga estuvo centrando los ojos. ¿Qué podrían haber hecho esas tres para enojarle tanto? No sabía mucho de ellas, Mikan no era de involucrarse con mucha gente y menos si no eran de su salón, con quienes más interactuaba en el día a día. Pero no le gustó nada la mirada de Hiyoko les dirigió antes de marcharse. Solo esperaba que no estuviese pensando algo que hacer en su contra, se veían como personas agradables y muy buenas amigas, no merecían nada malo.

Si había algo que enfureciese a Hiyoko además de sus caprichos frustrados eran los comentarios negativos. Desde que Rantaro dejó de ser su compañero en las sesiones de fotos las ventas de sus revistas disminuyeron. Al ser ella una modelo femenina, obtenía el mayor número de ventas del público del género opuesto. Tener a un chico como compañero impulsaba las ventas entre el público femenino, incluso más de lo que obtenía ella por su cuenta, y ahora qué se había marchado esas cifras disminuyeron considerablemente. En sus redes veía comentarios de desánimo ante la noticia de que "el chico desconocido" no volvería a trabajar con Hiyoko y su popularidad peligró por un momento.

Todo era su culpa. Si ella no existiera, o al menos, si no estuviese en su camino como una maldita piedra molesta, todo habría sido perfecto. ¿Cómo podía una persona molestarle tanto? Desde luego, iba a cobrarle intereses por todo lo que había hecho. Hiyoko se negaba a aceptar que las cosas no siempre serían como ella lo quisiera y que nadie del entorno tenía culpa de sus fracasos. Ah, se encargaría de pagar con la misma moneda. Empezando por la popularidad que le arrebató. Entonces ella también le quitaría sus pocas conexiones. Sí, ese sería un buen comienzo. ¿No había estado de asocial por, bueno, casi toda su vida? No le afectaría mucho el volver a sus orígenes, ¿no es así?

Love me like you do [Rantaro Amami x fem!reader] ©RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora