Pájaros de arcilla

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9 de marzo

No sólo duermo un montón. Cuando no estoy dormido, no puedo estar enteramente despierto. Estoy cansado y me duele todo. No puedo escribir y no puedo pensar.

Cuando la señora Willis vino hoy, le he dicho que no quería trabajar. No me obligó. Trajo en cambio un cubo de arcilla del coche e hicimos cosas. Pusimos periódicos sobre la mesita de café en la salita y extendimos la arcilla encima. Cayó un poco en la alfombra, pero mamá no armó escándalo. Dijo que todo saldría con agua y jabón, que todo se iría al lavarla, y así fue.

La arcilla era perfecta, húmeda y oscura y muy resbaladiza. La amasé y me la pasé de una mano a la palma de la otra. Hice pelotas con ella y pequeños aviones y fósiles falsos para enterrar en el jardín y confundir a los geólogos. Escribí mi nombre en ella con el cuchillo. Sam Oliver McQueen. S.O.M. Sam.

La señora Willis me hizo un barquito, con un mástil y una vela de arcilla pero sin quilla, porque es un velero y no puedes ver la quilla bajo el agua. Tiene una bandera en lo alto del palo, con el barro ondulado para que parezca que está ondeando.

-¿Adónde va? -me preguntó. -A África -contesté.

Hice un pájaro redondo para mi hermana, un mirlo, porque ella tiene el cabello oscuro. A papá le hice un búho con gafas redondas como las que lleva él y plumas dibujadas con un cuchillo. Le hice un gorrión a mamá por la historia de la Biblia de los gorriones que fueron vendidos por unos peniques. Nadie pensaba que valiesen nada, pero Dios los conocía a todos por su nombre.

La señora Willis dijo que se llevaría los pájaros y el barco y los cocería en el horno de un amigo y así quedarían duros para siempre. Comentó que la próxima vez que viniera podríamos pintarlos y yo podría darlos como regalos.

Podría regalarlos en cuanto se secase la pintura, añadió. O guardarlos y regalarlos más adelante, si quería.

Esto no es justo - Sally NichollsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora