Annie

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10 de febrero

Cuando Annie vino a hacerme una transfusión de plaquetas, se quedó siglos hablando con mamá. Luego vino a hablar conmigo.

Yo estaba hecho un ovillo en el sofá con Columbus, viendo Piratas del Caribe y estrujando las plaquetas. Annie se sentó a mi lado.

—Eh, ¿qué tal?

—Eh —contesté sin apartar los ojos de la televisión. —Tu madre dice que has estado un poco pachucho. —Estoy bien —dije. Annie no insistió. —Dice que fuiste a ver a Félix. No contesté.

—¿Quieres hablar de ello?

Seguí mirando la televisión. Annie se arrellanó en el sofá. Vimos la película un rato como si fuera lo único que nos importara. A mí no me engañó. Pero había algo que quería preguntarle.

—Annie... —¿Mmm?

—Cuando entierran a la gente..., ¿cometen errores alguna vez? ¿Como el de enterrarla gente viva?

Annie se volvió y me miró.

—Oh, no, Sam. Los médicos tienen mucho cuidado. Siempre comprueban el pulso y la presión arterial antes de declarar muerto a alguien.

Me retorcí. El gato maulló con suavidad.

—Ya lo sé, pero... ¿y si cometen una equivocación?

Annie tendió una mano para acariciar al gato, que estaba caliente y pesado en mi regazo.

—Es muy difícil cometer una equivocación, en especial después de que alguien lleve muerto un par de horas. Los cuerpos se comportan de forma muy distinta después de la muerte. Se vuelven pálidos y fríos. Y los músculos se ponen tiesos, como en los zombis de los dibujos.

Eso ya lo sabía en realidad por Félix.

—Pero la gente a veces se despierta, ¿verdad?

—Después de unos quince minutos, no —respondió Annie—. De verdad, Sam. El cerebro no puede sobrevivir tanto tiempo sin oxígeno.

Asentí.

—En realidad, ya lo sabía —confesé. Bostezó—. Sólo quería estar seguro.

En el televisor, los esqueletos piratas están ocupados en arrasar la ciudad. Apoyé la cabeza contra el hombro de Annie y vimos la película juntos.

Esto no es justo - Sally NichollsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora