Mentiras, verdades y más misterios

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Mevely Lamar'knory

- ¿Por qué tengo que responder? - le pregunto cruzando mis brazos.

Se encoge de hombros.

- No tienes que hacerlo- murmura sin mirarme. Esta paseándose por mi habitación como si fuese la suya.

- ¿Entonces para que me traes aquí y me hace preguntas tontas con tono "amenazante"? - hago comillas irritada por su actitud tan voluble.

- ¿No puedo estar solo con la cumpleañera? - cuestiona curioseando una prqueña caja musical de mi tocador - ¿Cuántos años tienes? ¿Ocho? - su tono burlón me hace sonrojar.

La caja tiene una bailarina de porcelana que gira cuando le das cuerda.

- Deja eso - le exijo avergonzada.

- Es muy mono - sonríe divertido, avergonzadonme el doble.

Avanzo hacia él arrebatandole la cajita.

- No la toques - le ordeno frustrada cuando la alza, alejandola de mi -. La vas a dejar caer.

- Tengo mejores reflejos que usted, princesa - alardea con seguridad -. Esta más a salvo en mis manos que en la suyas.

- ¡Eres un maldito fanfarrón, egolatra! - lo acuso tratando de alcanzar mi caja - ¡Dame!

- No - sonríe con suficiencia -. No si eso significa tenerte así de cerca.

No me había dado cuenta de que había posado una de mis manos en su pecho para alzarme y arrebatarle la caja.

Su rostro sin imperfecciones está muy cerca del mío.

Me aclaro la garganta. Trato de alejarme pero me rodea la cintura con su brazo libre.

- Oh no, princesa, está noche no te escapas - murmura sobre labios antes de besarme.

Siento que toco las estrellas mientras sus labios se mueven sobre los míos con fiereza. Escucho como coloca la cajita musical en el tocador y me relajo haciéndole sonreír.

- Eres tan tonta, Mevely - admite -. Pero tan mía. . .

Me hace retroceder hasta que me tropiezo con la cama. Juntos caemos cobre el colchón entre risas tontas.

No se si nos odiamos o nos queremos. Ni siquiera se si eso es posible, pero hay algo muy fuerte que me afirma que él me ama.

Desde hace más de dieciséis años.

La voz se pierde en mi cabeza cuando él se aparta para desabrocharse los botones de la camisa. Observo avergonzada su pecho descubierto. No se la saca por completo, simplemente la desabrocha, pero eso es suficiente para dejarme embobada.

- Ojos arriba, princesa - se burla antes de volver a besarme como si no hubiese mañana.

* * *

Lo observo jugar con la cinta de mi vestido mientras le acaricio el cabello. Amo lo sedosas que se sienten sus hebras doradas entre mis dedos.

Tiene la cabeza apoyada en mi pecho y hace una mueca.

- ¿Pasa algo? - cuestiono desconcertada. Parece molesto.

- Tus padres y el príncipe perfecto te están buscando - me responde con fastidio. Suelto una risilla divertida.

- ¿Príncipe perfecto?

- Sí, según tus padres es perfecto para ti - rueda los ojos.

No digo nada, por un buen rato me limito a acariciar su cabello mientras él sigue acostado sobre mi pecho.

Último Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora