El Príncipe de Asir

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Príncipe de Asir

— No toques a mamá.

La fuerza del coro de las voces infantiles me lanza al otro lado de la habitación, haciendo que choque contra la pared de la ventana.

Mevely tose frenéticamente sosteniéndose el pecho con ambas manos. De repente una arcada se escucha y comienza a estremecerse mientras vomita manchando la alfombra de sangre.

Me levanto tambaleándome y doy unos pasos hacia ella. Cuando estoy a dos metros de ella menea la cabeza, pidiendo que no me acerque.

La observo desde mi altura sintiendo un nudo amargo en el estómago. El arrepentimiento me invade y solo quiero disculparme con ella.

Pero no lo hago, solo observo como la princesa de Ghianya da arcadas, expulsando sangre espesa que hace le den más arcadas.

Mientras más vomita más pálida se ve, parece que se estuviese desangrando y su mirada se aterrada y vacía. Haciendo caso omiso a su intento de alejarse me acerco y me arrodillo junto a ella.

El olor de sangre es bastante fuerte y asfixiante.

Lo ignoro y la sostengo de los hombros, su mirada parece perdida, clavada en donde me encontraba hace un momento.

— ¿Mevely? — la llamo zarandeandola un poco. No reacciona — ¿Mevely? ¿Me escuchas? — insisto.

Ella sigue mirando la nada mientras más sangre sale de su boca.

— ¡Mevely, reacciona! — comienzo a desesperarme — ¡Mírame! ¡Mevely! ¡Es una orden! — exclamo con el corazón latiendome en el pecho.

Se me mancha la ropa de sangre mientras sigue zarandeado para que reaccione. No lo consigo. Sigue con la mirada en el vacío.

Pero de pronto la sangre se detiene y su mirada ausente se clavada en la mía. Detrás del velo de neblina puedo ver el miedo desesperación que hay en su interior.

Mueve los labios ensangrentadas y dice con un poco de dificultad.

— No te quieren. . .

Y se desmaya en mis brazos.

Con angustia la cómodo en mi regazo y la doy palmas en la mejilla.

— ¿Mevely? — nada —¡Despierta!

Me inclino sobre ella y coloco mi oreja sobre su pecho. Escuchar los latidos de su corazón me alivia en sobremanera. Son débiles para ser ella, que tiene un corazón acelerado, pero significa que está bien.

O eso espero.

La levanto con cuidado y la acuesto sobre la cama. Su vestido de satén está lleno de sangre y mancha las sábanas blancas de la cama.

Con rapidez me coloco a limpiar el desastre que hay en el suelo. Mientras lo hago me fijo de los libros que están en su mesa de noche.

Uno es el libro de leyendas, el original, y el otro es un libro de fotografías con movimiento y sonido.

En ellas está una chica muy parecida a la princesa, también es castaña y con ojos miel y motitas verdes, y preciosa. Mucho, de hecho, parece un ser sobrenatural y a su lado está un chico de cabello castaño oscuro y ojos azules.

Él tampoco parece muy humano, se nota que ambos tienen sangre mágica o que pertenecen a este mundo.

La reina dijo muchas veces que no es el único universo existencial. Esta uno donde solo existen humano, otro gobernado por los licantropos, existe uno donde viven las hadas y los duendes. . . En algún lugar del infinito existen Nueve Mundos.

Último Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora