La Revelación y Los Multiversos

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Mevely Lamar'knory

Si has llegado hasta aquí, déjame decirte que te han visto la cara de idiota, como a mí.

Esta mañana, cuando entré al salón de té donde me había citado mi madre, me sorprendió ver que también estaba la Reina de los Vampiros.

Lo primero que noté fue el contraste entre ambas.

Mi madre, la reina Vhalenia, de treinta y dos años, con sus facciones maduras e inalcanzable, castaña, con las mejillas vivas y ojos miel, cálida como el sol del verano, pero con hiel en vez de sangre en la venas.

Y después estaba la Reina Azares, de trescientos y algo, según los libros, pero congelada en el tiempo que avanza para todos menos para su cuerpo de quince años, rubia, de ojos grises y piel pálida, fría como un témpano de hielo, pero con calor en la sangre y un corazón que late.

Lo peor es que una estaba allí para revelar una mentira y la otra para explicarme la verdad.

No tenía ni la mínima idea de porque estaban allí. Eran enemigas naturales ¿Qué rayos hacían juntas?

No daba crédito a lo que veía y pregunté.

— ¿Qué está pasando aquí?

La puerta se había cerrado a mi espalda así que no tuve hacía donde huir cuando la Reina Azares dio un paso hacia mi.

— Te lo explicaré todo, pero primero ¿Podrías sentarte? — me pidió con su tono angelical serio y temeroso.

Me recordó al que uso en su castillo para alejarme a Drastyan.

Menee la cabeza en negación y ella suspiró.

— Bien. . . Entonces, mantenen la mente abierta y escucha con atención la voz de la verdad, porque es eso lo que escucharas en éste momento.

La miré con incredulidad después miré a mamá. Estaba pálida como una hoja y la mirada aterrada.

— ¿De que verdad habla? — le pregunté con desconcierto.

— Solo escuchala, cariño — me pidió —. Solo escuchala y no me odies.

《¿Odiarla? ¿Por qué?》

Iba a preguntar pero la voz dulce de la reina Azares me hizo centrarme en ella.

— Hace más de dieciséis años — comenzó — fue un hechicero a Asir para informar que un niño nacería de la reina — sonrío un poco, recordando —. Iba a ser el vampiro más hermoso que podía existir en los universos, pero no solo cautivaría con su belleza, sino también con su gran poder.

— Al mismo tiempo que sucedía eso en Asir, otro hechicero vino para acá — continúo la reina Vhalenia —. Vestía una capa y dijo que venía del Bajo Mundo, los hechiceros no solían salir así que intrigados lo recibimos — pasó saliva —. Nos dijo que tendríamos una niña — suspiró —. Dijo que sería dulce y cálida, de cabello castaño brillante y ojos miel con verde, curiosa y feliz, muy feliz — sonrió, pérdida en los recuerdos, pero su sonrisa se desapareció segundos después —. Pero no iba a hacer nuestra — confesó dejándome confundida —. La niña sería hija de dos humanos con descendencia mágica y nacería en otro universo. . . No le creí.

— No lo hizo hasta que a los pocos minutos llegamos nosotros al palacio — siguió la rubia con seriedad —. También estábamos confundidos, pues el hechicero nos dijo que nuestro hijo sería el rey de Nueve Mundos y que los gobernaría con una princesa humana — hizo una mueca —. Tendría dieciséis cuando la conociera por primera vez y sería amor a primera vista o algo así, pues tendrían algo muy fuerte e irrompible. . . Algo totalmente inexplicable— hizo una pausa —. Pero cuando llegamos aquí vinos a los reyes desconcertados y furiosos, pues no creían en nada de lo que les decía el joven hechicero. . . Nos costó mucho encontrarle algún sentido y los jóvenes del Bajo Mundo nos dijeron que en dos años seríamos invitados para el bautizo de la Emperatriz.

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