La voz en la cabeza

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Mevely Lamar'knory

Después de la incómoda comida en el comedor, dio nuevamente las gracias a la Keane y se dirigió a su habitación.

En el camino no dejaba de darle vueltas a las palabras de esa doncella.

"No nos es permitido compartir sitio en la mesa real."

"Son ordenes de su alteza."

El Rey Crayrus.

— ¿Por qué mi padre les habrá ordenado a las doncellas aislarse de mí? – Se pregunta la princesa.

Porque eres peligrosa .

Responde la voz que lleva atormentandole desde hace días.

— ¿Peligrosa?

Sí.

¿Soy peligrosa?

Tu no, lo que viene tras de ti si lo es — La respuesta hace que Mevely volteé instintivamente hacía tras.

No hay nada.

La voz ríe.

— ¿Y qué es eso que viene tras de mí?— Cuestiona temerosa.

— Él.

— ¿Él?

— Sí.

— No das respuestas concretas — Se cruza de brazos. La voz se ríe nuevamente.

¿Y para que quieres respuestas concretas?

Cuestiona con diversión la voz.

— Para saber — Musita determinada.

¿Y para que quieres saber?

— ¡Solo responde! — Exclama exasperada.

Hay un silencio asfixiante en el pasillo, dónde ella piensa que no va a responder.

Pero algo hace que si vista se vaya al final del pasillo.

Dándose cuenta donde está.

No esta en cualquier pasillo.

Esta en ese pasillo.

Al pasillo que lleva a los calabozos.

Desde donde está, puede ver la puerta donde se encuentran las celdas.

Sin pensarlo, da un paso. Dirigiéndose hacía allá.

Ellos saben algo que tu no debes de saber, pero pronto lo harás.

¿Quienes son ellos?¿Quien eres? ¿Por qué sabes todo esto?

Da otro paso.

Muchas preguntas princesa.

La voz se vuelve aterciopelada, baja, suave, hasta cierto punto íntima. Hipnotizante.

—¡Responde! ¿Quienes son ellos?

Otro paso.

— Los conoces, no los has visto, pero has leído mucho de ellos.

Otro paso.

— ¡No conozco a nadie! ¡No he salido del reino! ¡No he leído nada! — Exclama esta vez en voz alta.

— ¡Oh claro que sí, princesa! — Exclama la voz de manera pasiva.

— ¿Quien eres? — Cuestiona a la defensiva.

— No me conoces, pero ha ellos sí. Los has visto en sueños,  son los causantes de que estés aquí encerrada, y de los desastres en Allenmer.

No, no, no, no . . .

— Sí

Ellos son . . .

— Los Vampiros. 

Su respiración se corta un segundo.

No sabe si es por la respuesta o porqué está a un metro de la puerta. Desde su lugar puede ver por la ranura de la misma, dándose cuenta que solo hay una sola celda.

— ¿Quien eres? — Vuelve a preguntar, dando un paso hacia adelante con cautela.

La voz se demora en responder. Tanto qué ella se asoma por la ranura nuevamente, pero está vez más de cerca.

Y puede observar que la única celda está abierta.

Puede sentirlo, está detrás de ella. Su respiración se acelera al tiempo que la voz responde:

Sólo puedo decirte que no soy sólo una voz en tú cabeza.

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ŲłþīMœ ÆMÆŇĔ§ĔŘ

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