Capítulo 26

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Asiri no tuvo otra opción que aceptar la invitación, la señora había sido tan insistente que se le hizo de mala educación rechazarla; iban de camino a la casa de Félix, la señora Vannesa le hizo la plática durante todo el camino y ella solo respondía amablemente. Ella aparco el carro afuera de una casa color blanco de dos plantas, la reja de entrada era de color negro, a sus lados tenía una barda de piedra gris de igual manera con un enrejado de color negro, pero sobre las tiras de metal tenían enredaderas provocando que se notaran difícilmente.

- Por favor, pasa - indicó la señora Vannesa abriendo la reja

Ella asintió con timidez siguiendo a la señora, detrás de ella logró escuchar como Félix cerraba la reja. Una vez dentro de la casa logro notar los pisos de mármol de esos que se usaban en los años viejos, al lado derecho se encontraban las escaleras que llegaban al piso de arriba su barandal era de color negro con esos adornos tan interesantes, en la sala había un librero gigante, en medio se encontraba el televisor, a su alrededor los sillones y en medio una alfombra, pegado a la pared sobre un mueble de madera se hallaba un tocadiscos, de igual forma del lado derecho estaba la cocina con un comedor tan antiguo que Asiri se quedo impresionada, tenía tanto tiempo que no veía uno así desde que su bisabuela falleció.

- Asiri, siéntete en tu casa - dijo amablemente la señora Vannesa - iré a preparar la comida

- ¿Necesita que la ayude? - preguntó a Asiri con amabilidad

- No te preocupes, no tardaré mucho - contestó sonriente Vannesa y camino hacia la cocina, dejándolos solos

- Ven, quiero enseñarte algo - dijo Félix a las espaldas de Asiri serio, sin decir ni una palabra ella lo siguió por un pasillo, hasta llegar a una habitación, al entrar se podía ver el gran ventanal, sus paredes eran de color blanco, y pegado a la pared derecha se encontraba un librero muy grande de color verde olivo, en medio de de estas se habia un espacio el cual corresponde de un modesto escritorio, ese cuarto tenía un aroma en especial y Asiri podía notarlo a lo lejos, ella estaba encantada con todo lo que veía.

- Este es el estudio de mi abuelo, esta tal y como lo dejo la ultima vez que entro aquí - comentó Félix parándose a un lado del escritorio - Entra, no te quedes ahí parada

- Este cuarto es asombroso - dijo Asiri impresionada, ella camino hacia las estanterías tocando las pastas de los libros, miró el escritorio con curiosidad sobre de él había una máquina de escribir, unas pumas esas que se rellenan de tinta junto a unas libretas de color rojo, junto a unos marcos de fotografías; Asiri no quiso ver mucho por mantener la privacidad de Félix.

- Sabía que te gustaría - dijo Félix con una sonrisa - cuando era niño y veníamos de visita siempre me encontraban aquí, era como si fuera mi escondite, es mi lugar favorito

Asiri lo miró con ternura, se imaginó a ese pequeño corriendo por toda la casa y llegar con su abuelo fascinado de sus historias, sonrío solo de pensarlo - es un buen escondite

- Que buen sarcasmo - dijo Félix caminando hacia el sillón marrón de su lado izquierdo

- No es sarcasmo, nadie se podría imaginar que un niño estaría en una estudio - siguió a Félix, ambos se sentaron. Él la miró por unos instantes

- Necesito ir a comprar un libro, ¿quieres acompañarme? la librería está a un par de cuadras

- ¿No pudiste haberlo dicho antes de que me sentara?

- Si no quieres ir, puedes quedarte- dijo Félix caminando hacia la puerta

- ¡NO! SÍ QUIERO- dijo Asiri levantándose bruscamente del sillón corriendo a su lado

- Sabía que no ibas a resistirte- sonrió Félix victorioso, Asiri solo le dio una mala cara, pero al instante dio una risita.

- Mamá, tengo que ir a comprar unas cosas - dijo Félix entrando a la cocina - Asiri va conmigo, no tardamos.

Asiri solo logró escuchar como la señora Vannesa decias "no se tarden, si no la comida se enfriara" así ambos salieron de la casa en dirección hacia la librería, caminaron alrededor de dos cuadras llegando a un local como cualquier otro donde venden libros, entraron por la puerta de cristal y les llegó un olor a perfume dulce; Asiri comenzó a ver las estanterías.

- Iré a preguntar si tienen el libro que busco - dijo Félix

- Sí

Félix camino al mostrador, mientras Asiri deambulaba por toda la tienda, tomaba los libros que le llamaban la atención, los sacaba de la estantería y leía la contraportada, así pasaron veinte minutos cuando Félix regresó con una bolsa de papel.

-¿Encontraste lo que buscabas? - preguntó Asiri regresando el libro que traía en las manos

-Por suerte sí, ¿Vas a comprar algo?

-No- contestó Asiri dándole una última mirada a la estantería

-Bien, vámonos - dijo Félix dándole el paso a Asiri para que pasara primero, ambos se despidieron de los empleados con un "gracias, hasta luego".

Juntos caminaron de regreso a la casa, cuando Félix abrió la puerta un aroma exquisito inundó sus narices.

-Mamá, ya llegamos - gritó Félix cerrando la puerta

-Justo a tiempo - se escuchó el grito de su madre desde la cocina - Hijo, puedes ayudarme a poner la mesa

-Claro, solo dejo lo que compre en el estudio - contestó Félix

Él caminó por el largo pasillo, Asiri se acercó a la cocina para poder ayudar la señora insistió que no era necesario, aunque ella insistió tanto que le ayudó a Félix a poner todo lo que hacía falta en la mesa; los tres se sentaron a comer y conversaron, la tarde fue amena hasta Asiri tuvo que irse a su casa.

Por la noche mientras Félix estaba preparándose para ir a dormir, miro el libro que había comprado que estaba sobre la mesa de noche, sonrío al imaginar lo feliz que se pondrá ella.

Simplemente yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora