Simplemente yo

Capitulo 40

El auditorio ya estaba casi vacío, sólo quedaban un par de personas, los asistentes se dispersaban entre murmullos, los técnicos guardaban cables y papeles, la luz blanca parecía más fría de lo normal.

Eliot se quedó sentado en el recibidor, mirando al suelo tratando de procesar lo que acababa de pasar, a su lado Biga lo observaba con una mezcla de preocupación.

– ¿Qué piensas? - preguntó ella, rompiendo el silencio.

– No la había visto así desde hace mucho tiempo

– No creo que haya sido fácil para ella

Eliot soltó una risa amarga.

– ¿Fácil? Fue una pesadilla. Todo ese material, esas imágenes – sacudió la cabeza – Nunca la había visto perder el control.

Ambos guardaron silencio. Desde lejos, se escuchaba la voz de la doctora despidiéndose de algunos colegas, como si nada hubiera ocurrido; esa indiferencia hizo que a Eliot se le tensaran los hombros.

– Hoy pude darme cuenta de algo – declaró Biga

– ¿De qué hablas?

– Félix sí la entiende – respondió ella, con tono sereno

Eliot apoyó los codos sobre las rodillas y se quedó callado un instante.

– Yo también la entiendo – dijo por fin, casi en un susurro – Solo que no supe qué hacer, todo pasó tan rápido y cuando la ví salir, me quedé paralizado. Una parte de mí estaba molesto con ella pero la otra parte sabía que ella no lo hizo por querer arruinar nuestro trabajo.

– A veces eso pasa. No siempre podemos arreglar las cosas de alguien pero, al menos puedes quedarte a su lado para darle apoyo.

Eliot asintió sin levantar la vista – Sí... supongo que sí

Por unos segundos, ambos guardaron silencio otra vez, Biga se recargó en su hombro para darle apoyo. El eco de lo ocurrido seguía flotando en el aire, pesado, casi tangible y aunque nadie lo decía en voz alta, los dos sabían que algo había cambiado.

No para mal, pero si para siempre.

– Deberías llamarla

Eliot sacó su celular y marcó su número, comenzó a mover su pierna en signo de inquietud, el timbre sonaba una y otra vez.

– Vamos, contesta – murmuró Eliot, frotándose la nuca.

Del otro lado contestó una voz masculina, ronca y cansado.

– ¿Diga?

– ¿Félix? ¿Estás con Asiri? – preguntó Eliot preocupado

Hubo un pequeño silencio y después se escuchó una puerta cerrarse.

– Sí, la traje a su casa. Ahorita está dormida.

– ¿Cómo está? – Biga se acercó un poco, intentando oír la conversación.

– La verdad es que no sé, fue algo muy difícil para ella – respondió Félix – Apenas y pude calmarla

Eliot soltó un suspiro, entre alivio y preocupación – Gracias Félix. No sabía que hacer, fue... mucho

– Lo sé – contestó Félix con voz baja – No fue fácil verla así

Biga tomó el teléfono de las manos de Eliot – ¿Cómo estás tú? – preguntó suavemente

– Estoy bien, sigo impactado como todos

– Eres un buen amigo Félix – Biga sonrió con tristeza

– Quisiera no solo ser su amigo – su tono fue suave, pero firme – Y eso lo hace más difícil

– ¿Te dijo algo? – preguntó Eliot

Félix vaciló – Sí. Me contó sobre el video... las fotos... y todo lo que pasó con esa mujer

Nadie habló por unos segundos, del otro lado de la línea, se oía su respiración lenta, pesada.

– Es sorprendente todo lo que ha pasado – continuó Félix – Todo este tiempo... ha estado cargando con eso

– Supongo que hay heridas que uno no dice, porque teme que lo miren distinto – mencionó Biga

– Sí... – murmuró Eliot – Pero verla así... no sé, fue como si solo hubiera estado pintado todo este tiempo

– Eliot, entiendo como te sientes, pero no puedes juzgarla – replicó Félix

– Le hará bien saber que no tiene que seguir sola – Biga acarició el hombro de Eliot

– Félix, cuidala – manifestó Eliot dando por terminada la llamada

Cuando colgaron, Eliot y Biga se quedaron mirando el teléfono un momento, sin hablar. La tensión del día comenzaba a disiparse, pero una sensación extraña flotaba entre ellos.

– Creo que él la quiere más de lo que pensábamos. – Mencionó Biga rompiendo el silencio.

– Sí... y espero que esta vez, alguien la quiera sin miedo. – suspiró Eliot.