Mentira

Decisión y concreción

Ha salido mejor de lo que hubiera esperado. La gran celebración que los Lan han preparado opaca por mucho lo que Jiang Cheng hubiese esperado de ellos, se complace en ver reconocida a su casa y clan con semejante despliegue de protocolo. Frente a sí, un gran número de los invitados se deleitan con diferentes pasabocas que entregan algunos de los sirvientes. Los clanes principales se han acercado en diferentes momentos para felicitarlo, aprovechando además para deslizar algunas ideas para nuevas alianzas que podrían ser prometedoras.

Está orgulloso. Más allá de lo que Wei Ying haya hecho o no en el pasado, ha demostrado ser el hombre más comprometido que tiene y se siente culpable por arrastrarlo hasta aquí en estas circunstancias. Sabe que lo aman, nadie que no amase a otra persona, podría hacer lo que Lan WangJi está haciendo por Wei WuXian y espera que el otro lo entienda, porque él mismo ha renunciado al amor para que esto sea posible.

—Jiang-xiong, creo que nuestros objetivos son ahora bastante interesantes. —La peor parte de la amistad con Nie HuaiSang, es el obvio irrespeto que hay por su posición—. ¿Le has comentado a XiChen-ge sobre nuestros movimientos?

—No he hablado con él personalmente y no pretendo ponerlo en la mitad de nuestras intrigas, sobre todo cuando parece estar aficionado a Meng Yao.

Aunque comparten una mesa bastante amplia, la manera en que Nie HuaiSang se recuesta sobre su lado derecho, la hace parecer mucho más pequeña. Hoy ha venido enjoyado, con unos tonos verde tan cercanos al negro y dispuesto a opacar a la gran mayoría, que es un poco vulgar que destaque más que la esposa de su hermano mayor. Pero tampoco parece ser una situación que incomode a la mayoría, puesto que el joven Wen QiongLin lo usó como escudo humano durante toda la ceremonia para no ser visto por los demás.

Jiang Cheng no está especialmente ofendido con Nie HuaiSang, más bien le divierte la manera en que todos parecen verle como un inútil muy enaltecido que está derrochando el dinero de su familia. No es una mentira, pero tampoco una verdad completa. Nie HuaiSang tiene la sangre negra, el cerebro de un asesino, no tolera nada contra su familia. Fue muy enfático en ello cuando se reunieron en el Muelle del Loto, antes de partir en la caravana nupcial.

—Wen Qing está perdonada porque decidió unirse a nosotros y casarse con mi hermano. Jin GuangShan no quiere paz ni perdón. Meng Yao va a tener que arrastrarse si quiere que yo algún día confíe en él.

En una carta, meses atrás, Jiang Cheng había por fin revelado el trabajo de Meng Yao dentro de la Ciudad sin Noche, al Segundo Hermano Nie no le había sorprendido para nada. Más bien enfatizó la necesidad de que el susodicho jamás supiera que él tenía algún conocimiento de lo que estaba pasando en la guerra. Para el Líder de secta Jiang, aquello es algo fácil de mantener, el pobre muchacho solo se atreve a saludarlo o mirarlo a los ojos cuando piensa que nadie más lo está haciendo... y prefiere mantenerse cerca de Lan XiChen.

—A-Cheng, creo que iré a saludar a ver si A-Xian necesita algo —comenta su hermana, desde la otra mesa. Ella también está vestida de forma rica e impresionante, su belleza natural enmarcada por el color violeta de su casa y los hermosos arreglos florales que las mujeres de los lagos hicieron para ella.

—Claro, avísame si necesitan algo.

Espera que el idiota de Jin ZiXuan la aprecie ahora más que en cualquier otro momento. Él le envió una misiva hace casi un mes, preguntando sobre la posibilidad de un nuevo compromiso, Jiang Cheng fue enfático: "La única que te puede decir eso, es mi hermana". Desde entonces, los regalos al Muelle del Loto se han incrementado, haciendo que Jiang YanLi se pregunte el porqué y Jiang Cheng solo pueda responderle que ella tendrá que averiguarlo.

Sabe que se tardarán, Jin ZiXuan no puede siquiera mirar a los ojos a Jiang YanLi sin sonrojarse. Diría que es un niño tonto, pero Jiang Cheng se siente igual, está a la deriva, con sus sentimientos apelmazados en un rincón, mordiendo y luchando por hacerse un espacio, aunque conscientes de que nunca podrán salir.