Verdad

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Hay cosas de las que Wei Ying puede sentirse responsable, al tiempo que conoce la realidad y sabe que solo lo hace por su conocimiento como sirviente de qué es lo que se espera de él; en otras situaciones, como esta mañana, entiende cuando la ha cagado solo por sus decisiones. La desviación de Qi de Nie MingJue se provocó por el auge de energía resentida en la estancia que se catalizó a través del sable. Las ordenes impresas en su melodía habían desatado cosas siniestras en la extraña y poco ortodoxa forma de cultivar de los Nie.

Ahora ocupan el palacio de QiShan como cuartel general. Soldados con diferentes colores en sus túnicas revolotean de un lado a otro, llevando ordenes, haciendo cateos e iniciando inventarios. Wen Qing, junto a su familia, ocupan un extraño lugar entre la servidumbre y vecinos incómodos a los que nadie quiere referirse de manera directa. Excepto por quienes tienen hermanos, amigos y conocidos necesitados de atención. Wen Qing y sus discípulos están trabajando a toda su capacidad para que los resultados de la batalla sean materiales en su mayoría.

Los pacientes más sobresaliente son ChiFeng-zun y ZeWu-Jun. El primero, había empezado por desmayarse y después por atacar a todos los que llegaron a la sala. Se necesitó de la fuerza de Jin ZiXuan y Lan Zhan, junto a unos muy eficaces movimientos de Wen Qing, para sedarlo. En ese momento, un Meng Yao muy desorientado había irrumpido en la sala, miró a todos con desconcierto y luego chilló al ver el rostro del líder de secta cubierto de sangre, no hubo ningún reparo por el cuerpo de Wen RuoHan, arrojado sin ceremonia en una esquina del salón. Después procedió a explicarle de manera breve a Wen Qing sobre una maldición impuesta a los sables familiares que se concreta a través del continuo uso de los mismos; el secreto detrás de la devastadora fuerza de los guerreros del norte es la lenta agonía de los mismos.

La médica, con el escaso equipo a su disposición pudo trabajar desde allí. Aunque gritó un par de veces, mientras cinco hombres le ayudaban a trasladar al hombre dormido, sobre lo cabezas huecas que eran los Nie. Meng Yao, uniéndose a ella, reveló que era el informante secreto de Lan XiChen.

Nadie pudo negarlo, ni comprobar nada. No mientras un alterado Jiang Cheng entraba en el palacio, luego de enterarse de que el paso estaba despejado, para solicitar que atendieran a ZeWu-Jun. Su shixiong se veía desorientado, con la ropa cubierta de sangre, el cabello revuelto y la túnica exterior del líder Lan apretada contra su pecho. Lan Zhan había corrido hacia su hermano antes de escuchar sobre como Wen Ning ya se había encargado de retirar las flechas de forma segura.

—Tuve que sacarlas —Jiang Cheng se había sentado en una esquina, recobrando el aire—. El pequeño Wen estaba ocupado tratando de cerrar las heridas.

—¿Qué le sacaste a ZeWu-Jun?

—Flechas. Cuatro. Del pecho.

Los ojos lilas se habían teñido de una melancolía absurda. Wei Ying pensó en Lan Zhan, en la cueva de la Tortuga, y en lo mal que estaba por su padre. Un padre ausente. Si algo le sucedía a su hermano... No podía imaginar el tamaño de su pena. Quizo correr a buscarlo, pero eso dejaría solo a su shixiong, que se aferraba a una túnica rota, que seguro debió dañar para extraer las flechas.

Jin ZiXuan, tras ellos, había empezado a dar órdenes para registrar el lugar.

—Los Wen de la rama de la doctora Wen Ning no deben ser amedrentados —le escuchó decir.

—Bueno, no es un bastado del todo —Jiang Cheng intentó reírse, pero no pudo.

Eso había sido a media tarde, un día después, Wei Ying está de pie en la habitación del líder Nie, acompañando a un recien llegado Nie HuaiSang. Era el único dispuesto a salir de la habitación de Zewu-Jun.

—Da-ge —murmura el muchacho en la puerta de la habitación. Meng Yao está junto al cuerpo, limpiando el pecho y el rostro con un trapo húmedo—. Da-ge, Da-ge, no me puedes dejar solo. No te puedes ir así.

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