Lan XiChen no se tiene a sí mismo en mucha estima, no después de lo que ha sucedido en los últimos meses y días. Y ahora, mucho más, con las miradas cortantes que recibe de Jiang Cheng en la cena. Lejano a lo que podría esperar, incluso su hermano ha decidido sentarse junto a su cuñado antes que acompañarlo.
La cena es, por decirlo menos, tensa. Un suave ritual de paso para evitar la pregunta que todos tienen frente a los ojos. Cuando todo se desmorona, no tiene como confrontarlo.
Ha visto como Wei WuXian y su WangJi han escapado poco antes, su mente juega sucio al imaginar poder hacer lo mismo con el líder Jiang. Llevarlo de la mano, lejos, a donde nadie pueda verlos, ni cuestionarles. Quiere desenredar ese ceño fruncido con suaves palabras y besos, quiere hundir su boca en el placer que es la piel del otro. Ha pasado tantos días suspirando por aquel jovencito que se siente un tonto. Meng Yao es, en cambio, una bofetada a sus más olvidadas responsabilidades: su amigo es diligente, atento, servicial, quiere hacer homenaje a su familia y a sí mismo. Olvidarlo aquí sería estúpido.
Se consuela, como ha intentado hacer por días, con la idea de que, pase lo que pase, Jiang Cheng y él no tienen ninguna oportunidad.
—¿Deberíamos quedarnos? —Meng Yao sonríe. La habitación está solitaria, con solo ellos y algunos sirvientes que vienen y van.
Mañana es la boda de Nie MingJue pero el ambiente remite a un sepulcro. Quiere llorar.
Con un asentimiento de cabeza, da instrucción a los sirvientes para que recojan la mesa.
—Creo que fue un poco descortés todo esto —Meng Yao no tiene una sonrisa cuando sale del lugar. En cambio, sus pequeños ojos de ciervo se ensanchan en una imitación de la perturbación. Es lindo. Si su madre era igual de bella, entiende el afán de Jin GuangShan de poseerla, aunque no puede excusarle por todo lo que provoco después.
—Tal vez fue un poco rápido. Debimos prever que MingJue tendría más deberes que antes, con su nueva familia.
La sonrisa vuelve a Jin GuangYao, por esto Lan XiChen no puede evitar copiarle. Estar con él siempre es sencillo.
—De cualquiera que conozco, nunca pensé que el líder Nie se casaría tan pronto y menos con alguien como ella —hay un su texto extraño en la forma de las palabras.
Su caminata por los pasillos los lleva hacia una de las galerías. Las lámparas de papel se reflejan contra la madera lacada como llamaradas en escudos de guerra. Es un espectáculo, igual que cualquiera de las tallas en los canales superiores de los techos; Lan XiChen cree que no sirven para nada (no cree que tengan algún hechizo) y que representan el gusto de los Nie por todo lo que viene del mar, tanto la gente como el arte (1).
—La señorita Wen es una mujer fuerte y capaz. Inteligente. Guapa sin ser exuberante —comenta, recordando su arduo trabajo en la Ciudad Sin Noche. Su herida en el hombro pica, aunque ya no quedan siquiera cicatrices—. Será una perfecta señora Nie.
A los Wen también les gusta el arte extranjero. Vio sus tallas traídas de más allá del desierto, las joyas del Indo y las bonitas prendas superiores que a veces llevaba Wen Qing también eran de manufactura extranjera. Se complementarían bien.
—Sí, claro. Eso lo veo. Es solo que, siempre pensé que preferiría a alguien más suave, que se dejase hacer, pero siendo inteligente.
Lan XiChen siente ganas de reír fuerte.
—A-Yao, ¿Por qué querría a alguien caprichosa cuando ya tiene a HuaiSang?
Meng Yao abre la boca para contestar, pero una risita los interrumpe. Nie HuaiSang está sentado en una plataforma en el patio, con sus largas mangas adornando el piso y la estancia; a su lado, Jiang Cheng, hace un truco con una ficha desconocida y luego le dice algo al pequeño Nie.
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Mentira
RomanceLan XiChen y Jiang WanYin deben tomar las decisiones importantes en la guerra. Son ellos quienes dirigen la pelea contra los Wen, así como los principales afectados por las acciones de estos. En el trascurso de la misma, la relación entre ambos se e...