Mentira

Preámbulo

La mesa en la que se disponen los últimos planes de batalla está ubicada en la antigua tienda de campaña de Nie MingJue, un aposento austero donde lo único relevante y de especial atención es el mapa. Es quizá una reliquia de la secta Nie que HuaiSang apreciará que le devuelva en el menor tiempo posible. A diferencia de otros mapas, que son una versión actualizada de acuerdo a nuevos conocimientos o cambios en los territorios, éste es uno sobre el que se ha reescrito de manera reiterada. La base tiene por lo menos quinientos años, pero las anotaciones en él pasan por diversos periodos hasta la actualidad, sin duda proporciona más conocimiento de los caminos y la vida en el pasado que muchos de los textos en la biblioteca de la secta Lan.

Lan XiChen lo observa con la mayor de las penas, pensando en su amigo perdido y la fe, cada vez más quebradiza, de que el enemigo le mantenga con vida. Tal vez, como en muchas otras cosas, está siendo un iluso. La verdad sobre la guerra, como ha leído y presenciado, no es más que el mayor grado de bestialismo del hombre. Él, más anclado a las predicaturas de un monje, encuentra todo ello repulsivo y al mismo tiempo necesario. ¿No se alzan los iluminados porque hay un mar de ciegos bajo ellos?

—ZeWu-Jun —la voz de Jin Zixuan le obliga a levantar la cabeza para reconocerlo. El muchacho ha perdido algo de la arrogante mirada que lo caracteriza, ahora es más un soldado que se da cuenta le han otorgado más de lo que puede manejar. 

—Buen día, Joven maestro Jin, me alegra tenerlo aquí luego de nuestra reciente perdida.

El niño tiene la modestia de agachar la cabeza en reconocimiento, nada más. Su platica, supone, no le es atrayente en este momento; mucho menos el recordar que están perdiendo. Cuando vio llegar a Jiang-guniang  hace tres días, no creyó necesario preguntar por su ex prometido. Ella se veía vivaz y fuerte, como la recuerda de uno de sus pocos encuentros en el Muelle del Loto durante una conferencia a la que acompañó a su tío, no es una belleza excepcional, pero en definitiva guarda mucho del vigor por el que era reconocida su madre y que sus hermanos nunca ocultan. ¿Todos los hombres aspiran a la belleza por sobre el talento, o solo está reservado a aquellos que viven dispuestos a hacer de cada paso un hecho trascendental? 

Su pregunta inoportuna le recuerda que él ha sido uno de esos hombre, antes, mientras tomaba un licor que no debía en su tienda, junto al también borracho Jiang WanYin. El hombre había demostrado ser un amigo, que supo reconfortarlo a su manera, aunque a la mañana siguiente pareció querer huir. Debe admitir que aún estaba algo atontado por el licor, así que no dimensionó bien el hecho de amanecer en brazos de otro hombre, semidesnudo. Solo hasta horas más tarde, cuando su primo le preguntó si ya le había contado algo de su nueva relación romántica a su tío, procesó el hecho de que las personas podían estar malinterpretando mucho de lo que pasaba entre ellos. 

Lan XiDeng, sincero como solo podía serlo el hijo de Lan DaoZhi, le sugirió que entre más pronto le entregase algún tipo de muestra afectiva clara y ésta fuese devuelta, la familia Lan menos tendría que reprochar al respecto. Sus intentos de corregirlo murieron cuando éste preguntó por el paradero de su cinta. La había perdido en algún momento de la noche, ahora no puede encontrarla y duda que Jiang WanYin soporte el ser interrogado al respecto, tanto si la había recibido de sus manos como si no sabía que había pasado. 

Deja escapar un suspiro, lo que le hace obtener una mirada extraña del joven Jin, quien se encuentra preparando té en una esquina de la tienda. 

¿Cómo puede ser tan complicado todo esto? 

—Buen día —Jiang Wanyin aparece en la puerta, va vestido con pulcritud; un nuevo peinado deja al descubierto el cuidado de su hermana al presentarlo esta mañana. Ahora se ve más como un hombre, menos como un niño—. ZeWu-Jun —hace una reverencia completa—. Joven Jin —repite el movimiento.