5. Conociendo a los desconocidos

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Y ya están aquí. Mi hermana y esa gente... gente desconocida. Un escalofrío recorre mi cuerpo.

-¿Tienes frio?- La chica me mira extrañada. Me coge una mano y asiente.

Me quedo muy extrañada, así que le pregunto lo primero que de me pasa por la cabeza.

-¿Qué estas haciendo?

La chica me sonríe y dice que estoy fría. Me encojo de hombros y miro a mi hermana para que me eche un cable.

-Meri siempre está fría.

Le miro sonriendo. Más bien mofandome. ¿No se le ocurría otra cosa? Flavia me mira y me saca la lengua.

Los desconocidos nos observan extrañados.

No saben que entre mi hermana y yo hay un secreto. No se le puede llamar magia porque no es real pero le llamamos así porque no se nos ocurre otro nombre. Bueno, el caso es que ella y yo nos conocemos demasiado bien. Somos muy previsibles y por eso muchas veces suponemos lo que la otra esta pensando. Así que solemos comunicarnos sin palabras, por ejemplo, poniendo los ojos en blanco. Que es lo que hacemos la mayoría de las veces.

Los chicos nos siguen mirando. De repente estallan todos a risas. Incluso mi hermana. No entiendo nada.

-Os lo dije.

Flavia me mira picajosa. Sigo sin entender nada. Es entonces cuando me lo explican.

El Chico "uno" habla primero

-Bueno... es que tu hermana nos explicó que eras un poco tímida.

Miro al chico uno atentamente. No lo demuestro pero me siento furiosa. ¿quien se cree ella para decir nada de mi a la gente? ¡Y peor a desconocidos!
Flavia debió notar mi enfado. No se si por la mirada que le eche o por nuestra magia. Creo que fue la mirada. Así que se apresura a explicarme.

-A ver, es que salía a la piscina cuando me encontré al vecino... esto... ¿cómo era?

-Javier.

Que me acuerde mejor que ella de un nombre... es tela marinera, como solía decir mi abuela.

-Sí. bueno Javier me pregunto a donde iba y yo le dije que a la piscina así que fuimos juntos. Es entonces cuando nos encontramos a maitane. Que es esta chica.

Observo a la chica. Pelo castaño con mechas californianas. Ojos verdes. Blanca... muy delgada y con la nariz pelada por el sol. Algo que también le solía pasar a mi madre y a Flavia.

La chica de los secretos sigue hablando. ..

-Bueno, y este es Pablo. Que estaba con Maitane.

Miro a Pablo. Un chico delgado pero menos atlético que Javier. Pelirrojo y con pecas. Muy blanco. Quizás transparente. No. No creo que sea para tanto. Tiene unos ojos negros como el azabache que parecen interrogarte.

Flavia seguía hablando. Así que la escucho atentamente. Bueno, igual atentamente no. Pero la escucho.

-el caso es que nos encontramos y fuimos a tomar un helado...

No podía soportar más esa charla. ¿a mi que más me daba? Pero tuve que callarme hasta el final de esta.

Y es entonces cuando mi hermana, después de cinco largos minutos, cierra la boca.

¡¡¡POR FIN!!!

Maitane me sonríe y me planta dos efusivos besos. Yo por no ser maleducada hago lo mismo. Pero con menos efusividad.

Javier iba a plantarme otros dos besos cuando de repente se para en seco. Mejor. Le doy la mano y lo mismo hago con Pablo.

Luego nos vamos todos juntos al sitio donde han colocado las toallas.

-Bueno, ¿Y que tal?

Maitane me pregunta interesada. Yo agradezco el interés. Pero no me apetece contestarle que sigo ofendida con el destino por haberme traído a este lugar tan espantoso.

-Muy bien.

Es obvio que miento. Aunque ella no lo sabe. Seguimos charlando sobre la mudanza y esas cosas. Los chicos y mi hermana van por delante. Parece que hablan de videojuegos.

De repente me sorprende algo que dice Maitane. Pero estaba en la luna de valencia así que no la escuché.

-¿puedes repetir?

Ella se ríe y asiente.

-Claro. ¿Qué te pareció el pueblo anoche?

-Bonito.

Maitane asiente.

-Javier me ha dicho que...

Este se da la vuelta. Es imposible que lo haya oído desde tan lejos.

-¿Qué habláis de mi?

Vale. Si, lo ha oído.

-Nada, nada. Cosas nuestras.

Respondemos Maitane y yo a la vez.

Nos echamos a reír como si fuéramos viejas y buenas amigas.

La tarde trascurre sin percances. Y la verdad, me encuentro muy agusto con los desconocidos ya conocidos.

Quedamos en la plaza del pueblo psra salir a la noche. Nunca pensé que fuese hacer amigos tan rápido. Pero todo ha sido gracias a Fla.

Llegamos a casa. Nos duchamos y hacemos nuestro aseo personal.

Bajo las escaleras. Y veo a mi hermana, que como siempre ha terminado antes que yo, Tumbada en su cama. Voy corriendo y me lanzo sobre ella.

-¡AHHHHH!

Grita ella.

-¡AHHHHH!

Grito yo.

-¡Callaros!

Grita mi madre.

-¡Silencio!

Grita mi madre.

Después de finalizar los gritos le pido cuentas a mi hermana.

-¿Qué quieres que te cuente?

-¡TODO!

-¿Sobre qué?

-Sobre tu secreto con el vecino.

-No hay ningún secreto.

-TO-DO

Me encanta separar las palabras por sílabas. Me parece que da un nivel de exigencia que... Nah. Simplemente me gusta.

Flavia suspira. Y ahí empieza su relato.

la fórmula de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora